El verdadero acierto de la falsa cita cervantina sobre los piratas

Se ha ido difundiendo en los primeros días de este mes de agosto una cita atribuida inicialmente a Miguel de Cervantes: «Querido Sancho: Compruebo con pesar, cómo los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por sabios. Nunca fui defensor de los reyes, pero peores son los que engañan al pueblo con trucos y mentiras, prometiendo lo que saben que nunca les darán. País este, amado Sancho, que destrona reyes y corona piratas, pensando que el oro del rey será repartido entre el pueblo, sin saber que los piratas solo reparten entre piratas». Ciertamente, se ha constatado que esa reflexión no fue presentada por el escritor de El Quijote, ya que no se recoge en ninguna parte de su obra. Sin embargo, ello debería tener escasa relevancia, pues no se puede valorar una idea por el que la presenta, ya que el único elemento de análisis sobre el acierto de la misma debería ceñirse a la adecuación de su contenido a los elementos del contexto en el que se ubica. 

 

Son muchos los que han defendido en los últimos días la caída de la Corona por los actos de Juan Carlos I, con argumentos que podrían servir para destruir completamente partidos políticos o instituciones estatales, autonómicas y locales con distintos signos políticos, ya que se centran en defender la idea de que el que ocupó la Jefatura del Estado durante 40 años pudo ejecutar hechos ilícitos amparándose en la Corona, algo que equivale a afirmar que los dirigentes políticos que delinquen lo hacen mediante sus partidos políticos o con los organismos públicos que gestionan, que, por los motivos antes expuestos sustentarían la supresión de esas entidades. Sus fundamentos, por tanto, se dirigen a destruir una figura constitucional vigente para implantar otra, la república, que no sería mejor para España que la monarquía, ya que se iría Felipe VI para dar cabida a hordas de insignes servidores de los partidos políticos que comerían religiosamente del dinero público. 

 

Una república a la española, tal y como se pretende montar, supondría crear muchísimos cargos de los que ahora se encuentran ligados a la Corona y gastar mucho más dinero en salarios para los que los ocupen y pensiones para los que dejen de ocuparlos. Además, nada impediría que se terminarán desarrollando actuaciones por los dirigentes republicanos como las que han podido ser ejecutadas, según los indicios existentes, por Juan Carlos I. 

 

Hay que reconocer que la monarquía, como régimen político, no es perfecta, pero también hay que señalar que una república para España sería un agujero negro para los intereses sociales, políticos y económicos del Estado y se sus ciudadanos, que podrían encontrarse con una fuerte aceleración del proceso de degradación de la democracia española que tanto costó instaurar en 1978 y cuyas grietas habría que procurar cerrar antes de intentar su demolición para llevar a cabo experimentos políticos que solo pueden servir para satisfacer las necesidades de unos pocos. 



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