Todo ser humano, en sus deseos de retardar al máximo la llegada del crepúsculo que cierra el círculo del diario vivir, idealiza algo que sentimos intensamente pero de lo que sabemos prácticamente nada.
Nuestro envejecimiento es debido, entre otras causas, a los elementos tóxicos producidos en las moléculas de oxígeno. Eso significa que cada inhalación de aire, la esencia principal de nuestra conservación, es de igual forma fundamento de la muerte. Paradójico.
Es consabido que el oxígeno – gas incoloro, inodoro, esencial para nuestra respiración – es a su vez un elemento tan activo que daña las células. A medida que los años avanzan, los mecanismos de defensa que nos protegen de esos efectos se van debilitando, hasta el punto de que las celdillas se degeneran.
El hallazgo nos llevó a los vericuetos del enigma existencial, un concepto tan antiguo como el hombre. La supervivencia, si nos acogemos al concepto pesimista de Schopenhauer, “es una perturbación inútil de la calma del no ser.” Por el contrario Anatole France invocaba que “la vida resulta deliciosa, horrible, encantadora, espantosa, dulce, amarga; y para nosotros lo es todo”.
La expiración es un fenómeno trivial: posee una tirada de 100.000 ejemplares por día. Y, sin embargo, el arcano no está resuelto por las estadísticas, porque subsiste en ellas un hecho esencial: mi propia muerte permanece única. La parca es tan singular y personal como la vida misma y sus variados recovecos son distintos en cada humano.
Matt Ridley, zoólogo en Oxford, es autor de un libro titulado “Genoma”. En él habla sobre lo qué nos deparará el futuro tras la finalización de la descodificación del ADN contenida en nuestros cromosomas
En uno de sus capítulos comenta la inmortalidad, el sueño de los hombres al ver que los dioses del Olimpo la habían manipulado a su propio provecho
Según la opinión del científico, en los próximos años se podrán trabajar los genes para poder vivir mucho más tiempo. “Ya se ha conseguido en moscas y ratones”. Pero pide no olvidar que esa manipulación sólo puede realizarse en seres no nacido aún, no estando seguro de que la sociedad admita crear un ser inmortal del que todavía no sabe cómo va a reaccionar.
Las páginas de dicho estudio anuncia otra vía para la inmortalidad: la clonación y sustitución progresiva de los órganos que a lo largo de su vida se le vayan degenerando. La existencia se alargará notablemente, pero duda en poder conseguir la inmortalidad integral.
Igualmente habla de la inteligencia y de su origen genético. La similitud entre un hombre y un mono es del 98%. ¿Se podrá dotar de inteligencia a un simio? Tema sin duda apasionante. Pero una incertidumbre: ¿Querrá el chimpancé ser humano?