Lo afirmo con toda la rotundidad de la que puedo ser capaz. Lo puedo decir más alto, pero no más claro. Son SEGUROS.
Viajo a los campamentos de Tindouf un mínimo de dos veces al año y en cada ocasión por un período no inferior al mes o mes y medio y llevo haciéndolo desde hace cinco años.
No formo parte de ninguna ONG aunque si colaboro con una, modesta pero muy eficiente, quizás precisamente por esa modestia. El presupuesto no sobrepasa los diez mil euros anuales, pero el trabajo realizado desde que esta existe, más de 10 años es impresionante, quizás precisamente por eso, por la modestia, ya que no existen sueldos ni beneficios ni múltiples viajes arriba y abajo, ni se opta a concursos en entidades estatales de cooperación para recibir subvenciones. Sólo una pequeña subvención de algún ayuntamiento para sufragar los gastos mínimos inherentes a un proyecto de estas características y alguna que otra donación de algún que otro particular que es además totalmente desinteresada.
La estancia, cuando estoy allí, se reparte entre Rabuni durante la semana laboral (de sábado a jueves por la mañana) y con una familia en su jaima en una de las dairas de Auserd el fin de semana , desde el jueves por la tarde hasta el sábado por la mañana cuando regreso a Rabuni.
Rabuni es la capital administrativa de la RASD, donde se encuentran las distintas administraciones y lugar donde está 'protocolo', la 'residencia' de los cooperantes de las diferentes ONG's que operan allí.
Auserd es una de las wilayas (poblaciones) que conforman el asentamiento de la práctica totalidad de los refugiados que allí viven desde hace más de veinte años.
Cuando uno lleva tiempo conviviendo con la población saharaui de los campamentos se da cuenta de que la libertad de circulación que existe tanto en las wilayas como en Rabuni es total. Y la seguridad absoluta. Si bien es cierto que hay que tener en cuenta que estamos en un asentamiento de refugiados que está situado en un punto que podríamos llamar no caliente, pero sí tibio, puesto que está en la confluencia de cuatro países que son Argelia, donde están los campamentos, Mauritania, Sáhara Occidental y Marruecos, y por tanto es un enclave estratégico y muy cercano, unos pocos kilómetros, a Marruecos, país con un gobierno que no duda en intentar infiltrar a sus agentes en los campamentos, razón por la cual, a partir de una determinada hora por la noche y hasta la madrugada existe la obligación de informar a las autoridades saharauis para desplazarse de una wilaya a otra, distantes dos o tres decenas de kilómetros entre ellas. Esa es la restricción existente más evidente juntamente con la de que los cooperantes no se pueden desplazar solos entre wilayas sin ir acompañados por saharauis. Fuera de eso, la libertad es absoluta.
Jamás, jamás, jamás me he sentido vigilado, seguido o coaccionado a no moverme. Nunca. Tanto en Rabuni como en las distintas dairas por las que me he movido. Eso si, siempre saben donde estás; es lógico. Nuestra seguridad depende de ellos y ahí no se la juegan.
Y desde luego puedo dar fe de que la sensación de seguridad siempre ha sido absoluta y total. Tanto es así que allí me he sentido más seguro que en algunos barrios de mi ciudad, Barcelona o de otros tantos sitios de España.
El suceso acaecido estos días con el secuestro de los tres cooperantes, a uno de los cuales conozco, es un suceso extraordinario que nos demuestra que todas las medidas que las autoridades saharauis llevan a cabo para nuestra seguridad, y la de ellos mismos, no han estado, están ni estarán nunca de más.
Y por supuesto, por supuestísimo, seguiré yendo a los campamentos con la absoluta tranquilidad y seguridad de que allí 'estoy en mi casa', con mis hermanos y hermanas saharauis, algunos de los cuales son ante todo, mis amigos, a los cuales seguiré prestando todo el apoyo que merecen
*Miembro del equipo de SaharaLibre.es