«13, Rue del Percebe» era una página de humor dividida en viñetas creada por Francisco Ibáñez, que relataba la vida de un buen número de personajes, cada uno de los cuales ocupaba un piso del inmueble en el que desarrollaban su vida. Morosos, gamberros, pillos, cotillas, mentirosos, mezquinos, científicos, ladrones y una alcantarilla en la que habitaban las ratas conformaban el variopinto mundo de estas celebridades.
Los acontecimientos desencadenados con ocasión de la crisis del coronavirus me recuerdan esta historieta. El diálogo de besugos, la imagen de un Gobierno timorato, inseguro, descohesionado, que demoraba la adopción de las medidas que eran imprescindibles para atajar el problema porque tenía que pactarlas con sus socios contrarios a la aplicación de un 155 encubierto, prolongaban la negligencia y el sectarismo de un ejecutivo que no había prohibido la manifestación del 8 de marzo cuando todos los indicios apuntaban a un descontrol en la propagación del virus.
Negligencia patentizada de nuevo en la reunión del Consejo de Ministros, a la que asistieron el Presidente, cuando su mujer ya estaba infectada, y Pablo Iglesias, que rompió la cuarentena para reclamar protagonismo.
¿Se les pueden pedir sacrificios a los ciudadanos cuando no se predica con el ejemplo?Aprovechar la norma de declaración del estado de alarma para modificar la ley reguladora del CNI para incluir como miembro de derecho a Pablo Iglesias es, además de un ataque a la técnica legislativa, una infamia.
Dejo a la creatividad del querido lector la ubicación de los personajes en los distintos pisos de las viñetas de Ibáñez, pero me permito decidir la de Ponsatí, Puigdemont, Torra y Urkullu en la alcantarilla. Los dos primeros, porque están infectados del virus de la ruindad y de la mezquindad al reírse de los muertos de Madrid; los dos últimos, porque son unos miserables que siguen exhibiendo su locura separatista ante un gravísimo problema de salud pública.
Resulta muy emocionante ver a la UME en el País Vasco y en Barcelona y que la población –más inteligente que sus políticos– lo asuma con toda naturalidad.Las medidas sanitarias no quedarían completas si no fueran acompañadas de medidas económicas. Así lo hizo el Gobierno, pero, fiel a su tendencia propagandista, magnificó su alcance y dejó fuera de las mismas al colectivo que más lo necesitaba, los autónomos. Claro que para Podemos son burgueses.
El virus ha desencadenado una corriente de reconocimiento a los sanitarios, pero similares honores –si no más, porque su sueldo es notablemente inferior y su exposición al riesgo, mayor– merecen los empleados de los supermercados, las fuerzas y cuerpos de seguridad y el ejército.
El país no está para payasadas secesionistas; la salud y la economía son cosas muy serias.