Inmersos en una emergencia sanitaria global, con cerca de doscientos países implicados en una enorme crisis de salud pública, con miles de españoles atrapados –por diversos motivos- en el extranjero y deseando volver a sus hogares para lo que a diario solicitan ayuda por medio de los diferentes canales de comunicación; Mediaset España, Telecinco –para entendernos- en un alarde de responsabilidad insolidaria no ha parado la producción de su “realitie” Supervivientes y mantiene en Honduras –haciendo el gilipollas- a un numeroso grupo de compatriotas.
Las cadenas privadas de televisión ya están reclamando financiación pública y campañas institucionales –ayudas, en definitiva- para poder seguir atendiendo la demanda de información, que estas semanas de reclutamiento obligatorio se ha disparado. Los ingresos publicitarios en el mismo espacio de tiempo y en el mismo contexto sanitario han caído entre un setenta y un ochenta por ciento, dato normal dadas las circunstancias.
Como normal y ético sería que las empresas que aún disponen de caja para dedicar a la publicidad, en épocas tan dramáticas como la que estamos pasando, dirigiesen su apoyo a programas y espacios informativos o divulgativos que contribuyan al interés social, y no al apoyo de gilipolladas como Supervivientes para que, Jorge Javier Vázquez, los KK Matamoros y Hernández, las Milas, y otros expertos en promover pandemias familiares propias y ajenas, sigan jugando a las muñecas y chupando del bote.