En este mundo falso, de apariencias, frío, especulativo, en el que prevalecen la vanidad, la mentira, la avaricia y la ostentación sobre cualquier otro valor, parece imposible encontrar historias de amor verdaderas, pero lo imposible a veces se hace realidad, y esa realidad es tangible en un lugar de gran resonancia histórica en Asturias: Santianes del Rey Silo.
La historia comienza con una comida que año tras año se celebra en el centro social de esta parroquia rural del concejo de Pravia con un menú que se repite con ligeras variaciones: fabada, callos o jabalí y brazo de gitana.
Tras finalizar la sobremesa, el Presidente de la entidad propone una visita al Rincón de las Aves, sito en el centro del pueblo, que se ha convertido por méritos propios en lugar de peregrinación obligada junto con la iglesia basilical de tres naves, eslabón fundamental de los orígenes del arte asturiano.
Paz en el espíritu y satisfacción en los sentidos podrían ser expresiones válidas para definir las percepciones experimentadas durante la minuciosa visita efectuada al Núcleo Zoológico, ilustrada con el magisterio, los conocimientos y la sabiduría de Ceferino, el Romeo de esta historia.
Tras concluir tan placentera actividad, y dentro del ambiente familiar e íntimo que presidía el paseo, tuvimos el tremendo placer de conocer a la Julieta de esta crónica: Carmen.
Si, como dicen los clásicos, donde hay amor hay vida, si el amor es como el viento que no se puede ver pero se siente, si el amor todo lo sufre y todo lo soporta, si no se necesita ninguna razón para amar, si el amor es ciego para no ver obstáculos y tiene alas para salvarlos, si el amor es admiración mutua, si el amor es hacer con la pareja lo que la primavera hace con los cerezos, no cabe duda de que el entorno del Rincón de las Aves rezuma amor y no sería extravagante pensar que Neruda, Shakespeare, Camus o Coelho se inspiraron en historias semejantes a las de Ceferino y Carmen para escribir sus frases sobre el tema.
No todo es felicidad en la vida de esta pareja. La prematura muerte de su único hijo a la temprana edad de cuarenta años planea permanentemente sobre su existencia y la tiñe de un sentimiento de tristeza y nostalgia.Pero el amor lo puede todo y este acontecimiento trágico ha servido para excitar la capacidad creativa del matrimonio: la pintura y la talla, en Ceferino, y el coleccionismo y la escritura, en Carmen.
No sería extraño que Ceferino le dijera a Carmen: «¿Te cuento una historia?–Sí.–Érase una vez tú y yo.–¿Eso es todo, no hay final?–No, y esa es mi parte favorita».