El imposible acuerdo para frenar el conflicto con Cataluña

Pedro Sánchez, en la rueda de prensa posterior a su reunión de Quim Torra, dijo que quiere dialogar porque con la ley no basta. El problema es que tampoco bastará el diálogo mientras no cambien las circunstancias.

 

 El artículo 1809 del Código Civil establece que “La transacción es un contrato por el cual las partes, dando, prometiendo o reteniendo cada una alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen término al que había comenzado”. Por tanto, para alcanzar un acuerdo con el que poner fin a una controversia se requiere que las partes renuncien a parte de sus pretensiones, cediendo en algunos aspectos de la negociación. 

 

Toda negociación comienza con la exposición de las peticiones de cada uno de los intervinientes. Presentados los objetivos, se conoce perfectamente qué es lo que no se va a lograr en el acuerdo, pues resulta muy poco probable que una de las partes implicadas logre su objetivo de manera íntegra si no satisface completamente a la otra, algo que no es sencillo. De esa realidad se infiere de forma muy simple que el pacto se podrá lograr con una situación de equilibrio alcanzada en un punto de encuentro que contente a los intervinientes en el proceso para llegar al acuerdo. 

 

Quim Torra, Oriol Junqueras y otros personajes como Carles Puigdemont ya han reiterado en diversas ocasiones su deseo de no renunciar a la independencia de Cataluña y José Luis Ábalos ya afirmó hace pocas semanas que “ellos no van a renunciar a sus objetivos pero nosotros tampoco”. Por ese motivo, no habrá pacto entre el Gobierno estatal y el Gobierno catalán, pues, si la Generalitat y los líderes políticos secesionistas no renuncian a la independencia de Cataluña, que Pedro Sánchez no puede aceptar sin reformar la Constitución, no será posible llegar a unas condiciones que beneficien a todos los implicados, que solo piensan en alcanzar sus propios objetivos de manera que no puedan mostrar debilidad ni sufrir traiciones. 

 

Es muy posible que la esperanza del Gobierno estatal se encuentre esencialmente en poder engañar a Gabriel Rufián y Marta Borrás para dar largas a la materialización de las pretensiones secesionistas, pero los dirigentes que pretenden la independencia de Cataluña no son tontos. 



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