Un libro sobre el alcoholismo en los escritores - “El viaje a Echo Spring” - y un subtitulo, “Por qué beben los escritores”, merece ser leído. Su autora es Olivia Laing.
Con seres oníricos insoportables en lo personal, rufianes algunas veces, y aún así geniales, se podrían obtener irrepetibles individuos con creaciones literarias de un nivel prodigioso.
Olivia escogió seis autores beodos para ese recorrido. Ninguna mujer, a sabiendas de que con ellas podría hacer otro manual tan dramático o quizás más. De los ocho premios Nobel de Literatura (varones) que ha tenido Estados Unidos, seis fueron genuinos borrachines: Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, Tennessee Williams, John Cheever, John Berryman y Raymond Carver.
Nadie conoce en profundidad las causas por las que un escritor se embriaga hasta perder la razón, y cuando despierta de su abismo, renace dentro de sí la fuerza de un genio que traspasa la imaginación más sobrehumana y crea momentos estelares sobre cuartillas perdurables.
John Cheever – recuérdese “El nadador” - acertó a vislumbrar que quizá contar historias está relacionado “de alguna forma confusa y misteriosa” -señala Olivia Laing- con el deseo de beber.
Parte de la gran literatura se halla encharcada de alcoholismo, aún existiendo una relación de autores dipsómanos en las variadas acumulaciones de sus universos insignes.
En “La gata sobre el tejado de zinc” de Tennessee, con ese explicito homosexualismo en el personaje central, hay una frase que da título al libro comentado.
Brick, el ebrio, es convocado por su padre. Big Daddy le suelta un discurso y al cabo de un rato Brick toma su camino. “¿Dónde vas?” pregunta Big, y él contesta: “A hacer un pequeño viaje a Echo Spring”.
Específicamente, Echo Spring es el nombre en clave para el mueble del bar sacado de la marca de “bourbon” que contiene. No es un whisky de calidad escocesa, es más bajo.
Variada literatura no fue escrita con tinta, sino con licores fuertes: Omar Khayyam, Gonzalo de Berceo, Bocaccio, Rabelais, Poe, Joseph Roth – “La leyenda del santo bebedor”- César Vallejo, Juan Rulfo, Anthony Burgess Baudelaire, Paul Bowles y con ellos una caterva impresionante que aún continúa.
Ese éxodo a “Echo Spring” es igualmente un reconocimiento a la organización Alcohólicos Anónimos, estructura creada en los Estados Unidos hace 85 años por dos médicos dipsómanos, Bill y Bos, y que a tantos alcoholizados ayudó y lo sigue haciendo a todo lo largo de ese tiempo. Al final del libro se insertan los famosos “Doce Pasos”. El primero expresa:
“Admitimos que éramos importes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”.
A partir de ahí, comenzó un vía de recuperación para miles de sufridas personas.