Desde hace muchos años, todos los días, entre las siete y las ocho de la mañana, cuando me levanto, en una antena de radio aficionado que hay en un tejado próximo a mi casa, se posa un cuervo a graznar. En muchas ocasiones, sus graznidos - a veces molestos- comienzan cuando yo enciendo la luz de mi cocina; coincidencia, esta, que me lleva a pensar si el dichoso cuervo grazna porque le da la gana o porque yo le molesto cuando enciendo la luz.
Andan revueltas las aguas en la iglesia católica con eso del trasnochado celibato sacerdotal. La posibilidad de que el Papa Francisco autorizase -solo para la zona de la Amazonía- la ordenación de hombres casados, ya llevó a la facción más retrógrada y conservadora de la iglesia a mover ficha. El cardenal guineano Robert Sarah -entre otras cosas Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos- quiere publicar un libro con el título "Desde lo profundo de nuestro corazón" y pretendía que el Papa emérito, Benedicto XVI, figurase como coautor de la publicación en la que, supuestamente, con uñas y dientes se defiende el celibato en contra de la decisión del último sínodo, que es lo mismo que el último concilio. Estalló el conflicto y el tal Sarah está enfrentado a Benedicto XVI, como si fueran personas normales de carne y hueso y no unos representantes directos de Dios en la tierra.
En España dos aventajados miembros de la misma facción conservadora que Robert Sarah, el arzobispo de Oviedo Jesús Sanz y el obispo de Bilbao Mario Iceta, andan de promoción, en representación de la Conferencia Episcopal, de un itinerario alternativo a los actuales cursillos prematrimoniales. Dicho "itinerario", que duraría entre dos y tres años y que supone el mayor avance en I+D+I de la iglesia española en las últimas décadas, propone a los novios la castidad hasta después de la boda y la no utilidad de la masturbación ya que, según la Conferencia Episcopal cuyos miembros de eso saben mucho, quienes se masturban "no pueden descubrir la belleza de compartir la sexualidad con otra persona o no son capaces de acompañarse con ella".
Dijo recientemente el arzobispo Jesús Sanz que el "itinerario" (cursillo prematrimonial) no era una exigencia sino un ofrecimiento ya que "toda ayuda será siempre poca en un mundo tan complicado".
Hablan los obispos y la Conferencia Episcopal con palabras llenas de experiencia y sensato conocimiento. Personalmente no hubiera querido estar en la piel, en la duda y en el terrible trance de quienes con dolor tuvieron que adoptar la decisión -supongo que por cuestiones de espacio- de retirar del texto inicial, de este novedoso itinerario prematrimonial, el párrafo en el que los obispos recomendaban al varón que quisiera tener relaciones sexuales con su mujer: " asumir las tareas del hogar y dejar a la mujer dormir la siesta ese día".
Sigo dándole vueltas a eso de los graznidos. En un mundo tan complicado ¿en qué pensarán verdaderamente los cuervos?