Escuché y leí el comunicado de los tres enmascarados que dijeron hablar en nombre y representación de ETA para dar por definitivamente acabada la violencia.
Leo con atención los comunicados hechos por personas e instituciones.
Me pregunto si todos y cada uno, del rey al roque, leyeron y leyeron bien, con la debida atención, todo el comunicado.
Coincido en voltear todas mis campanas como muestra de alegría porque se proclame la paz, como antecedente y clima de la libertad garantizada por la justicia.
Pero también coincido con quienes subrayan más abajo los párrafos donde se dice que ésta fue una guerra en que se ha alcanzado el objetivo de abrir un diálogo encaminado a que logre sus fines una de las partes. Nada menos que un diálogo en que se convoca a dos estados soberanos para que renuncien, no sé hasta qué grado, a sendas partes de su soberanía.
Ignoro si eso es bueno o malo, si debe aceptarse o no, pero no puede olvidarse que está ahí, planteado en el texto, como exigencia al parecer indeclinable.
Creo que estamos obligados a entender, plantearnos y tomar decisiones relativas a algo tan complicado, peligroso y difícil como es definir cómo, cuando y de qué manera se constituye un Estado. Una vez constituido, si su soberanía es o no divisible, y si su eventual división supone o no la desaparición de ese Estado con formación o no de otro u otros diferentes.
Considerar que un Estado, una vez consolidado, no es divisible en su soberanía implicaría como consecuencia que cualquier acción u omisión que pueda lastimarla sería el más grave de los delitos posibles contra ese Estado, y, por consiguiente, contra todos y cada uno de sus miembros.
No sé cuál o cuáles son las respuestas a las preguntas pendientes. No me apunto a ninguna, sin escuchar, previamente, cuantos argumentos se consideren posibles, pero si me atrevo a decir que éstos no son asuntos que puedan ni deban plantearse ni resolverse en clave electoral de recibir más votos, perder menos o conservar los posibles.
Me aterra considerar que a la vez que como creo deberíamos estar esforzándonos en la creación política de una Europa Unida, como necesidad para afrontar la nueva era que sin duda se está abriendo y comienza justo ahora en la historia de la humanidad, tengamos pendiente la existencia y subsistencia del Estado