Prensa constitucionalista

Tengo, desde la adolescencia, la sana costumbre de leer toda la prensa escrita que diariamente cae en mis manos. Bien la que adquiero cada día para casa, bien la que tengo oportunidad de visionar en la biblioteca de mi pueblo, o bien la que encuentro en cualquier establecimiento a la hora del café. Aunque no desecho otras oportunidades vía ordenador, sigo siendo, para esto de la lectura de los periódicos, más de papel que de pantalla.
Fechas atrás, precisamente en una cafetería, después de acabar de leer el periódico de más tirada en España se lo ofrecí a una señora que suponía esperaba la oportunidad de ojear la prensa. Hizo ademán de cogerlo, pero al ver la cabecera dijo con aires de desprecio: "Gracias, pero eso yo no lo leo". La tal señora, por cierto, durante varios años fue concejala por el Partido Popular en nuestro Ayuntamiento.
Me recordó esa situación cuando, hace unos años, oí a un alcalde conservador del mismo Ayuntamiento, en animada conversación con unos vecinos, alabar la objetividad y la honestidad de Antonio Jimenez que, por aquel entonces, presentaba, en el canal de Intereconomía de Julio Ariza, el programa "El gato al agua". Un programa "indispensable" según sus palabras del que fuera máximo mandatario de la corporación municipal.
Uno no encuentra justificación, a estas alturas de la vida, para que nadie pero sobre todo para las personas que se dedican o dedicaron a la vida pública, independientemente de sus gustos y creencias, en una España democrática y constitucional, sigan con un aislamiento mental que les impide ver más allá de su doctrina sectaria.
Con todas las reservas que se quieran es muy sano acceder con libertad y dentro de un orden a toda la información y a toda la opinión con independencia del medio del que venga; al menos sino todo, una parte. En mi caso, para no contagiarme de odio ni pringarme de subjetividad capciosa cada mañana, cuando ojeo El Mundo, el ABC o Expansión, me salto las editoriales de Francisco RosellBieito Rubido y Ana I. Pereda. El resto, como lector de prensa supuestamente constitucionalista, lo leo todo.



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