El pasado viernes coincidí en Urgencias del HUCA con la esposa y el hijo de Luis José de Ávila, quien había ingresado hacía pocas horas después de haber sufrido un Ictus. Me trasmitieron que según el parte medico su estado era muy preocupante.
Ávila y yo nos conocimos personalmente hace cuarenta y cinco años, cuando yo me incorporé de corresponsal en "La Voz de Asturias" y él -entonces con veintinueve años- entre otras labores en la redacción coordinaba y dirigía los corresponsales de la provincia.
Desde aquel entonces surgió una relación y una amistad personal entrañable que, cultivada con cariño por ambas partes con frecuentes llamadas y reuniones mensuales, sin interrupción en el tiempo duró hasta ahora. Ávila no solo me honró con su amistad, también me dio la posibilidad de que mis artículos y mis escritos vieran la luz en las páginas de los medios de comunicación que el llegó a dirigir: en "Región" y, sobre todo, en "La Voz de Asturias" y en "La Hoja de Lunes de Oviedo".
Ávila, sin ser un gran literato -el mismo lo afirmaba- ha sido un gran periodista que conocía perfectamente toda la realidad asturiana, sus paisanajes, las áreas rurales y su tejido industrial. Por su manera de entender la vida, por su campechanía, por su amenidad, por muchísimas cosas más, ha sido para mi un inmenso placer haber compartido tantos enriquecedores momentos con él.
Se nos fue un amigo que amaba profundamente a España y en demasía a nuestra tierra: Asturias. Se nos fue un amigo al que, durante estos últimos cuarenta y cinco años de relación, jamás le oí hablar mal de nadie.
Este mes de setiembre no nos dio tiempo a disfrutar de un arroz con codornices en "Las Cuevas", como hacíamos todos los años junto a varios amigos una vez finalizada la media veda en León. Queda pendiente la comida.
Un fuerte abrazo. Y como siempre, estamos en contacto.