Siempre que tengo un folio en blanco y antes que se deslice el bolígrafo sobre él, me entra cierto nerviosismo, pues aunque tenga clara la idea, me preocupa el argumentario, el cómo decirlo y que llegue al lector, que le guste. Todos en algún momento de la vida hemos sido un folio en blanco. En las pasadas elecciones había muchos folios en blanco, personas que sin experiencia política se adentran, con la mejor intención y voluntad, en este resbaladizo y complicado mundo de la política, en el que pugnan en la sombra más los intereses personales que los colectivos y generales . No hay duda que las experiencias personales y laborales de uno, benefician o pueden beneficiar la actividad política, pero , a mí, también me genera preocupación o incertidumbre que se asuman cargos de responsabilidad sin tener experiencia política, véase el sorprendente caso del Presidente Trump. Los antiguos romanos, pueblo con gran sentido práctico, establecieron la duración de mandatos del cónsul, y un escalafón o gradación de los diferentes cargos políticos, las llamadas “magistraturas del cursus honorum”, de modo que no se podía ser cónsul, sin antes haber desempeñado otras responsabilidades políticas de menor nivel. Esto hoy no se aplica , quizás porque constriña demasiado, pero siempre se nota al hablar y explicarse quien es político de calle y quien es político de moqueta .
Seguimos en época de pactos, de vergonzante mercadeo – es urgente que se cambie la ley electoral para que yo sea realmente el propietario de mi voto- , pero no por estar en pactos desaparecen los problemas y algunos de tal enjundia e importancia que excede al contenido de estas letras, que algunos quieren silenciar e incluso hay quien se atreve a proponer y engañar. Don Javier Fernández, con la responsabilidad y moderación que le caracteriza en uno de sus últimos días como Presidente del Principado, el pasado 22 de junio, alerta del interés económico que esconde la transición energética. A mí siempre me sorprendió que la primera palabra y promesa que circulaba por las portadas de prensa después de la moción de censura a Rajoy fuera la de “descarbonización”… Hoy, 25 de junio, un titular de prensa dice:” La industria está “en alerta máxima” por la tarifa eléctrica, advierte la patronal”…Y en medio estamos todos nosotros, los asturianos, que vemos que cada día perdemos riqueza – el País Vasco, a pesar también del envejecimiento, genera el 45% de riqueza más que nosotros- y que nuestra principal fuente de ingresos son las pensiones de nuestros mayores, y contemplamos con preocupación como se ahoga y reduce nuestro sector industrial y uno de los principales motivos o causas viene generado por la tarifa eléctrica. ¿Por qué no cuesta igual el kilovatio en todas las regiones de España?
Digo todo esto a raíz de las primeras promesas o afirmaciones del futuro Presidente del Principado de Asturias don Adrián Barbón – a quien deseo el mayor éxito en su gestión, pues también redundará en beneficio de todos nosotros- , cuando a raíz de la solución que se ha pergeñado para Alcoa y que , de momento, no parece ser del gusto de los afectados, ha respondido: “Que por lealtad constitucional acata la decisión que se tome en Madrid…” Deseo que la solución sea buena, pero antes, cuidado, estúdiese bien el tema. Está en juego el futuro de muchas familias, de una región, de todos.¡ Y basta de trágalas y menos de sorpresas! No siempre la lealtad institucional resuelve los problemas, véase la variante de Pajares, la reconversión siderúrgica e incluso la propia Asturias convertida en un geriátrico de tres alas o niveles.
Siempre he dicho que lo más difícil de un artículo es titularlo y en esta ocasión un antiguo alumno, buena estudiante y excelente persona, diputado autonómico por Vox, me refiero a Don Ignacio Blanco Urizar, en el debate que ofreció la TPA – moderado, elegante, respetuoso y de elevado tono humano- tuvo la genialidad de mostrar un folio en blanco para quejarse de la falta de la experiencia laboral del también aspirante a la Presidencia don Adrián Barbón y esta curiosa anécdota me ha dado pie a hilvanar estas letras y desear que el nuevo Presidente de Asturias esté a la altura que todos los asturianos nos merecemos y reconozco que sus palabras pronunciadas el domingo, 26 de mayo, al saberse ganador me han gustado. Han sido muy acertadas.
Asturias ya no puede sufrir más desilusiones y frustraciones. Nuestros hijos ya nos piden.
P.D Por este mismo procedimiento ya les adelanto que el título de mi próximo artículo es “¿Cuánto cuesta una mentira?”