A inicios de junio el cuartel general de la Sexta Flota con sede en Nápoles (Italia) anunció la sustitución de cuatro destructores lanzamisiles desplegados ahora en Rota por cuatro más modernos, con más capacidad de helicópteros. Este aumento de helicópteros supone también el de pilotos y mecánicos, lo que no está contemplado en el convenio actual entre EEUU y España que estipula el contingente que puede instalarse en las bases. Según información posterior de El País, la ampliación se realizaría sin la necesaria modificación del convenio, saltándose tal requisito necesario, y su debate y aprobación parlamentaria.
Los destructores estadounidenses con base en Rota, tanto antiguos como nuevos, no son solo un despliegue naval del escudo antimisiles de la OTAN. En realidad son instrumentos de agresión de EEUU, navegando por el mar Negro -para amenazar a Rusia tras su anexión de Crimea en 2014-, y bombardeando territorio sirio -con misiles de crucero Tomahawk en 2017 y en 2018- dentro de las operaciones de guerra de EEUU contra Siria. Es inaceptable que se permita a EEUU seguir utilizando suelo español para sus agresiones contra otros países y pueblos.
Los recientes movimientos militares de Trump no son “alocadas” decisiones. Hay dos zonas estratégicas para EEUU en Europa. Polonia y España -en concreto, Gdansk en Polonia y la base de Rota en la península ibérica-, es decir, el control del Mar del Norte cercano a las repúblicas bálticas y en la frontera con la Rusia de Putin, y el control del estrecho de Gibraltar y el Mediterráneo. En Polonia, tras la reunión de Trump con el primer ministro polaco Andrzej Duda, se va a construir una nueva base militar estadounidense.
EEUU elige ocasiones, también militares, para dar un paso más en la degradación política de un país y para dejarlo públicamente claro. Lo ha hecho esta vez anunciando el aumento militar antes que el propio gobierno español lo admitiera. No ha sido el Ministerio de Defensa, ni ninguna autoridad española, sino el ejército norteamericano, quien ha decidido cómo y cuándo se hacía público. Y lo ha hecho aprovechando el momento de interinidad de nuestro gobierno. De igual manera, “diplomáticamente”, lo hizo hace tres años Obama, entonces presidente de los Estados Unidos, que eligió, con una total falta de respeto a un país soberano, visitar España mientras había un presidente de gobierno en funciones, Mariano Rajoy.
Cuando Washington ha querido elevar su presencia militar en España, en ocasiones se ha modificado el acuerdo -como en 2002 que se aceptó la presencia de los servicios de inteligencia militar, y en 2012 que se admitieron cuatro destructores y sus 1.200 tripulantes; en otras no se ha modificado, como en 2011, cuando Zapatero firmó -su último decreto- la instalación en Rota del escudo antimisiles, y en 2015, cuando Rajoy aprobó la instalación de 3.000 militares en Morón.
La creciente supeditación militar de España a EEUU se sigue escondiendo, sigue siendo tabú. Con el nuevo aumento militar estadounidense ha vuelto a pasar. Esto tiene que acabar, tiene que cambiar. El nuevo gobierno español debe informar, debe haber debate público y se debe contar con la opinión de la ciudadanía. Porque se está poniendo en peligro a la población. Porque España debe defender una política de paz y neutralidad.