Esta madrugada ha fallecido un ovetense ilustre, Félix Serrrano González-Solares que fue alcalde de la capital del Principado entre los años 1975 y 1978. Tenía ya más de 90 años y puedo decir de él que además de su exquisitez en el trato hacía gala del más intenso espíritu de Oviedo, cuya sociedad conocía a la perfección. Entre 1964 y 1965 presidó una junta gestora del Real Oviedo, el equipo de sus amores, y en la década de los 70 entró como concejal por el tercio de entiaddes siendo alcalde Manuel Alvarez-Buylla. Tras el mandato de éste la corporación hubo de decantarse por dos candidatos: Carlos Hidalgo Schuman, que era el favorito, y Félix Srrrano. Sorpresivamente salió elegido alcalde éste. Ni el mismo se lo creía. Estuvo al frente del consistorio 3 años y al final lo dejó quizás un poco harto de la vara que las asociaciones de vecinos, en aquellos años de transición, le daban un día sí y otro también. Le sucedió Eloína Suárez, primera alcaldesa de la ciudad, que también hizo un buen papel. Aquella corporación, a la que pertenecieron entre otros Graciano Díaz Madera, José María Fernández del Viso y José Luis Zelaya, tuvo la buena costumbre de reunirse a partir de entonces una vez al año a comer en el hotel Principado con la asistencia también del periodista Orlando Sanz -debió haber sido cronista oficial de la ciudad- que en aquellos años escribía la información municipal para La Nueva España. Descanse en paz el ex alcalde Félix Serrano. Una parte viva de la historia contemporánea de Oviedo se nos ha ido.
Me entero de que se está preparando el expediente para solicitar la medalla al mérito en el trabajo para el veterano sindicalista de la Unión Sindical Obrera (USO) José Luis Iglesias. Se la merece. Le conozco desde hace por lo menos 40 años y siempre me pareció un gran tipo, trabajador incansable en defensa del obrero desde un sindicato que de siempre ha sido el tercero en importancia en Asturias. Por aquello de que la confianza da asco tengo la impresión de que en muchas ocasiones no hemos valorado lo suficiente la labor reivindicativa y negociadora de José Luis Iglesias a quien los cantos de sirena para fichar por la UGT, por ejemplo, no fueron capaces de seducirle. Tiene una gran sensibilidad social y cultural y aprecia como pocos la incidencia de los medios de comunicación en la sociedad en la que vivimos. Modestamente aportaré mi adhesión a este expediente confiando que el gobierno de la nación a través del Ministerio de Trabajo le conceda ese merecido reconocimiento. Me consta que el encargado del tema en la delegación del Gobierno en Oviedo, Carlos Colubi, echará una mano.
Con tanto lío económico como el que hay en los países europeos y, en concreto, en el nuestro, no me explico la ausencia ante la opinión pública del secretario de Estado de Economía José Manuel Campa, único asturiano con cargo importante en la Administración central. El buen economista parece desaparecido en combate mientras su jefa, Elena Salgado, intenta apagar los fuegos que asaltan a nuestra controvertida economía. La verdad es que nunca me ha encajado José Manuel Campa en un gobierno socialista y menos presidido por una figura como la de José Luis Rodríguez Zapatero, pero los caminos de la política, y también del capital, son sorpresivos. Bueno, tranquilo, que solo le queda un mes para volver a sus clases y asesoramientos empresariales.
Por cierto, su buen amigo Manuel Menéndez, presidente de Liberbank, no solo ha llevado los depósitos de los asturianos en Cajastur para Madrid sino que ha tenido que vender a un fondo norteamericano la mayoría de la joya de la corona, Telecable, para conseguir liquidez y evitar que entrase en el nuevo banco capital público. Otra empresa asturiana que pierde su identidad al pasar a manos extranjeras, dígase lo que se diga. Y es que el peso de las decisiones asturianas en sus empresas disminuye cada día más. Así que a este paso ¿A donde vamos a ir? que diría Francisco Alvarez-Cascos