La Casa de Cristal

En algunas de las ausencias cercanas suele existir la oquedad abismal. En otras, no. El recuerdo muy personal suele venir de un aroma, una canción, de aquel instante que ha fijado la fotografía, que decía Aute. En el caso de Joaquín Cores el asunto es más evidente, y más difícil. Es imposible pasear, cruzar, pasar en coche, pararse en el quiosco del Campillín sin acordarse de él.

 

La Casa de Cristal, un lujo para la excelencia de la arquitectura moderna ovetense, es para el más común de los aficionados aire fresco. Uno ve, porque lo ha sentido cerca, al arquitecto dibujando con el pitillo en la boca. Lo ve también con las manos en los bolsillos por la primera playa de Verdicio, por el bosque o junto al pozo de Meres. Y reflejado en la Casa de Cristal. Y en cada una de sus ramas, sus hijos, sus hijas, sus hermanos... Todos reflejados en la Casa de Cristal. Que te vaya muy bien, Joaquín, allí donde quiera que estés.



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