Uno, que por formación o deformación -según circunstancias y viendo lo que se publica- tiene la costumbre de leer diariamente los cuatro o cinco periódicos que can en mis manos, siente con tristeza la pérdida personal y literaria de Manuel Alcántara.
En los últimos años -y más en los últimos meses- después de leer artículos cargados de odio y de rencor firmados por quienes se consideran líderes de opinión bajo cabeceras como "ABC", "El Mundo" o "La Razón", la lectura de la columna de Manuel Alcántara, cargada de sabiduría, mesura y distensión, era como el aire limpio o el oxígeno necesario para poder respirar cada mañana entre tanta contaminación provocada.
Concretamente, en Asturias, en la última página de "El Comercio", sus seguidores le echaremos de menos. Muchísimo de menos.