Mientras la Europa cristiana se estanca y se despuebla, la Europa musulmana se reproduce y hace de la natalidad su fuerza de choque, tal es así que ya tiene alcalde en Londres y no tardando mucho el futuro presidente alemán puede ser de origen turco, ya que es el colectivo más numeroso y prolífico de Alemania.
En España ya hace años que se ha dado la alarma por la falta de población y más aún en Asturias con una media de edad de más de 48 años y donde encontrar un niño en los pueblos de Siero, concejo con futuro y bien comunicado, es uno de los tesoro de lo más apreciados y como tal lo reseñan en sus Libros de Fiestas; mientras tanto y desde hace años voces autorizadas nos dicen que el problema demográfico supera al medioambiental y que España, de seguir en esta línea, necesita más de 5.000.000 de emigrantes que garanticen el relevo generacional.
De todo esto se deduce que las políticas antinatalista de los años 80 que buscaban repartir riqueza entre menos personas nos han llevado a la situación actual que hace peligrar el mismo sistema de seguridad social, y todo ello en nombre de un falso y equivocado progresismo. Esta es la situación y exige cambios, planes, soluciones.
El nacimiento siempre ha sido motivo de alegría, de esperanza en nuestra cultura, de vitalidad, casi de perduración y de inmortalidad, de ahí esa frase que decimos de que debería haber un niño pequeño en todas las casas, pero hoy se ha convertido en tema de preocupación, de temor, de miedo, como si los jóvenes huyeran del compromiso, de la vida real – cuando se tienen hijos- y no virtual, la de viaje de fin de semana y cena, y no es así.
Son muchos los que ansían tener su hogar, tener su familia, pero la realidad les acecha y los dirigentes políticos, que usan del decreto-ley cuando les place y gastan lo no escrito, miran para otro lado, que es un truco más viejo que coger el móvil para no saludar, y a lo más que llegan es aumentar un semana o dos el permiso de maternidad o paternidad, y eso no es resolver el problema. Fruto de todo ello la mujer tarda en tener familia, si se atreve, a partir de los treinta años e incluso hay quien ni se lo piensa ante el temor a quedarse sin trabajo.
Esta es la situación en la que nos encontramos. La sociedad despoblada, sin niños y gritos escolares – se cierran escuelas, casas y pueblos - y las autoridades ni se lo plantean y menos buscar alternativas que pongan en evidencia su ideología. Hace unos días he leído que el futuro plan de la Asturias central buscaba combatir el tema, creo, en verdad, que el problema es de más calado.
Mientras se halla la solución nos encontramos con una Asturias con 1.028.244 vecinos, de los que un 52% son mujeres y un 48% hombres, y con un Siero con 51.662 personas, que viene a ser el 5,02% de la población asturiana, y con una influencia dentro de la vida española casi imperceptible, pues cualquier pequeño barrio de Madrid tiene más población que toda Asturias, y esto tiene consecuencias prácticas llamadas comunicación, aviones, futuro, y es que por mucho énfasis que pongan nuestros ocho diputados por Asturias en un parlamento de 350 , conseguirán menos que Andalucía , la región más poblada de España, con sus 24 diputados en el Parlamento nacional. Ventaja evidente y práctica de una mayor natalidad, que no siempre se acompañan con más riqueza, pues , incomprensiblemente, es la región de más paro de España, y es que quizás los padres de la Patria no son equitativos en el reparto de la riqueza.