Bajo la actual superficie de la batalla de los Presupuestos y la batalla de Cataluña transcurre una guerra profunda, una guerra que se oculta, de la que no se habla, la guerra contra todo avance social, aunque sea limitado y parcial, que satisfaga demandas populares en salarios, pensiones, sanidad, dependencia, etc.
Con lo que se quiere acabar de verdad, y a cualquier precio, bajo la reacción indignada ante unas inexistentes “cesiones al independentismo” del gobierno, es con el actual gobierno de Pedro Sánchez, incluso hurgando en la herida abierta de Cataluña. Y no importa el hecho de que ya se ha decidido romper las negociaciones con las fuerzas independentistas.
Se quiere acabar con el gobierno de Pedro Sánchez porque ha iniciado unas tímidas mejoras en las condiciones de vida de la mayoría social en España. Esto es lo que está en juego para la gente y de lo que no se habla. Lo que está en juego es si se va a mantener la subida del salario mínimo; lo que está en juego es si se van a aumentar progresivamente las pensiones después de años en los que su poder adquisitivo se ha ido degradando con el famoso “incremento” del 0,25%; lo que está en juego es si se va llevar a cabo una subida para la dependencia de 830 millones de euros -cantidad tan necesaria para un sector de la población que la necesita con urgencia-; lo que está en juego es una financiación para las becas y ayudas a los estudiantes de 1.700 millones de euros; lo que está en juego son las ayudas contra la pobreza energética, etc.
No es casualidad la coincidencia de la crispación de la vida política con las recientes “advertencias” del Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea –que en realidad son amenazas, “si no obedeces llamamos a nuestras agencias de calificación y te subimos la prima de riesgo en un periquete”-. Tales instituciones han valorado la subida del salario mínimo, recientemente aprobada, como “un desastre para el empleo”.
Y lo que es más grave, que el Banco de España ha llegado a afirmar que la subida del salario mínimo va a provocar “la destrucción de empleo”. Con sus “sesudos” estudios quieren retorcer una verdad económica que se demuestra a diario en muchos países del mundo. La subida del salario mínimo provoca inmediatamente un aumento del consumo nacional porque los trabajadores que lo reciben lo gastan en atender a sus insatisfechas necesidades más acuciantes. Ello supone una inyección que mejora la economía nacional, principalmente de las pequeñas y medianas empresas, y de los autónomos.
Aunque estos presupuestos estén lejos de ser una alternativa real de redistribución de la riqueza, lo que está claro que no puede permitirse es que un gobierno avance en satisfacer demandas sociales, aunque sea de forma parcial y limitada. Y en esta guerra contra los avances sociales existe una colaboración inestimable de Puigdemont y Torra, que ya intentaron, en su momento, evitar el triunfo de Pedro Sánchez en la moción de censura, apostando por la continuidad de Rajoy.
Y ahora con la batalla de los Presupuestos se intenta crear una situación de conflicto y tensión, de la que extraer réditos políticos. Y los que tratan de tensionar la vida política, van desde Casado a Torra, y van de la mano Abascal y Puigdemont. Quizá ayude que tengan el mismo “primo” americano en la Casa Blanca.
Por ello, sus esfuerzos por crispar la situación política esconden preocupantes intenciones. Casado y Torra representan la división y el enfrentamiento, dos caras de la misma moneda, en definitiva la de Bannon, la xenofobia, la agresión, los recortes y el boicot a una Europa unida y entre iguales.