El actual Govern, presidido por Torra, dando la espalda a la realidad de una Cataluña plural y diversa, tiene como prioridad declarada avanzar en el camino de la independencia, con la división y el enfrentamiento que conlleva.
Excluye así a la mayoría social, ya que, cuando la sociedad catalana se ha expresado democráticamente, los partidos que abogan por la independencia nunca han superado el 38% del censo.
Es inadmisible que las autoridades de Cataluña impulsen hoy una escalada de enfrentamiento y división, para amedrentar y silenciar al diferente. Y se han cruzado todos los límites al equiparar a Cataluña con Eslovenia, y a España con los Balcanes, un conflicto que supuso una enorme espiral de muerte y sufrimiento. Ningún demócrata, ningún progresista, más allá de su posición ante la independencia, puede dejar de rechazarlo.
Los impulsores del procés han convertido a Cataluña en una de las comunidades donde los recortes en sanidad, educación o gastos sociales han llegado más lejos. Una élite administrativa, representada por Mas, Puigdemont o Torra, que ha usurpado el enorme poder de la autonomía catalana para blindar sus privilegios, ha ejecutado con una mano los recortes y, con la otra, ha saqueado las arcas públicas mediante tramas de corrupción como “el 3%”. Y ha afirmado que las necesidades sociales no eran la prioridad, cuando acabamos de ver a importantes sectores saliendo a la calle contra los recortes, señalando cuál es la Cataluña real.
Me preocupa también el desarrollo de opciones que buscan limitar, o incluso eliminar, el sistema autonómico. Lejos de defender la unidad, estas propuestas de uniformidad contribuyen a exacerbar la división, y son el reverso del pensamiento xenófobo y excluyente que representan Torra y Puigdemont. Por el contrario, solo desde el carácter plural y diverso de España es posible defender una unidad libre y solidaria de las diferentes nacionalidades y regiones, que nos permita avanzar en un proyecto de progreso compartido.
No es cierto que la defensa de la unidad pertenezca a las fuerzas conservadoras o de derechas. Como no es cierto que Puigdemont o Torra representen al catalanismo progresista, que siempre participó, codo con codo, en las luchas comunes con el resto de la sociedad española. La defensa de la unidad de nuestro país ha sido, y es, patrimonio de los sectores y del pensamiento más avanzado y progresista, de millones de demócratas, librepensadores, catalanistas, republicanos, socialistas, comunistas o anarquistas. Quienes hoy aspiramos a una Cataluña y una España diferentes nos reconocemos en esta tradición.
Por todo ello, estoy de acuerdo con el manifiesto “Ya está bien. Que no nos dividan”, recién publicado y promovido por Recortes Cero; y considero que se debe exigir la dimisión de Torra como president de la Generalitat. No solo se ha mostrado incapaz de gobernar para todos, sino que ha utilizado las instituciones para enconar el enfrentamiento; considero que se debe reclamar a las fuerzas que sostienen al actual Govern que nombren uno nuevo que trabaje para todos, y que aborde como tarea urgente la reversión de los recortes y la mejora de las condiciones de vida; y considero que se debe demandar la restitución plena de la vida política y democrática en el Parlament de Catalunya, que no ha aprobado ninguna nueva ley este año.