Reunidos en la ciudad de Ponferrada, en el VIII Encuentro de la Coordinadora Estatal de Plataformas contra la Incineración de Residuos y el XXIV Encuentro de Amantes de la Basura, el Conceyu Contra la Incineración d'Asturies suscribimos la siguiente Declaración contra la Incineración y por el Residuo Cero:
1º.- La incineración es una amenaza grave para la salud pública.
Trasladamos a la ciudadanía y al Ministerio para la Transición Ecológica los modelos de gestión alternativos y sostenibles expuestos durante estas jornadas, que nos reafirman en nuestro rechazo a la incineración de residuos y derivados de residuos y biomasa, en incineradoras, en cementeras, en térmicas o en orujeras, por ser perjudicial para la salud de las personas y el medio ambiente y por ser insostenible. Muchas de estas instalaciones están cerca de zonas muy pobladas, centros escolares, hospitales o espacios de protección natural. Exigimos a las Administraciones que no concedan más permisos de incineración y/o coincineración y que desarrollen alternativas para los residuos basadas en la Reducción, Reutilización, Reciclaje y la prohibición de lo No Reciclable, de modo que no conviertan a las cementeras ni a las centrales térmicas en incineradoras de residuos encubiertas. Nos basamos en estudios científicos internacionales, por ejemplo: La mortalidad por cáncer en municipios y ciudades situadas en las proximidades de incineradoras; y el más reciente, de 2015, La mortalidad por cáncer en las ciudades en las proximidades de las instalaciones para la producción de cemento, cal, yeso y óxido de magnesio [Estudios del Centro Nacional de Epidemiología, Instituto de Salud Carlos III]. Estos estudios constatan mayor riesgo de muerte por cáncer en los municipios en un radio de 5 km de estas incineradoras y la ampliación de la afectación en un radio de 65 km. La (co)incineración de residuos produce compuestos químicos tóxicos: furanos, Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs), metales pesados, ftalatos (plastificadores), dioxinas, gases de efecto invernadero, gases ácidos, etc. Una vez liberados en el medio ambiente atmosférico, estos compuestos tóxicos son diseminados por el aire, la tierra y el agua, pasando a las plantas, animales y personas. En los tejidos humanos, estos venenos se bioacumulan, produciendo cánceres, disrupciones hormonales, problemas respiratorios, enfermedades raras y otros problemas de salud.
2º.- La incineración contribuye al cambio climático y es fuente de energía sucia e ineficiente.
Al contrario de lo que propagan las empresas promotoras y la patronal cementera, la incineración produce gases de efecto invernadero y sus emisiones no se pueden considerar en ningún caso neutras frente al cambio climático. A menudo se vende la incineración como una fuente de “energía limpia”. Sin embargo, la incineración de residuos tiene unos niveles de aprovechamiento energético muy pobres, que son todavía más escasos si tenemos en cuenta el gasto energético de la extracción, la producción, el transporte y consumo. La poca producción energética de la incineración no compensa el ahorro energético fruto de la prevención, la reducción, la reutilización y el reciclaje. Reiteramos que la incineración es la forma más insostenible y peligrosa que existe para el tratamiento de los residuos. Se trata de una electricidad negra que se disfraza de “verde” o de “energía renovable”. Tal consideración engañosa es una práctica de blanqueamiento inaceptable (greenwashing). No toda energía —de las consideradas vulgarmente como renovables— es energía limpia: usar como combustible biomasa (tanto agrícola y forestal como industrial o derivada de residuos) no es energía limpia ni sostenible. La incineración de biomasa no solo emite a la atmósfera dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, sino otros componentes tóxicos como partículas en suspensión, dióxido de nitrógeno, azufre e hidrocarburos que perjudican gravemente la salud humana, animal y vegetal. Además supone un desincentivo al compostaje y abre una puerta de entrada a la incineración. Por consiguiente, nos oponemos rotundamente a que una futura ley de cambio climático blanquee la biomasa para uso energético y exigimos que se excluya la biomasa de la estrategia de transición energética.
3º.- La incineración es una estafa.
Las industrias cementeras, térmicas y demás incineradoras reciben cuantiosas subvenciones por los derechos de emisión de CO2. También consideran, con falsedad, que la quema de residuos es neutra ante el cambio climático y se les contabilizan menos emisiones de las reales. En efecto: el blanqueo del uso de biomasa como combustible conlleva subvenciones públicas, cuando lo cierto es que el uso energético de biomasa no supone menos emisiones de gases de efecto invernadero, sino la degradación de los hábitats, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, la desertificación y la contaminación de las fuentes de agua, etc., convirtiéndose en un lucrativo negocio para las empresas que reciben esas subvenciones. Con el pretexto de paliar el cambio climático, en realidad las Administraciones están pagando por deshacerse como sea de sus toneladas de basura, que no saben cómo gestionar. Los supuestos beneficios económicos de incineradoras, neotérmicas y cementeras son deficitarios para el Estado y la sociedad, si tenemos en cuenta los costes ambientales y sociales, es decir, los gastos en la limpieza de tierras y aguas o el gasto sanitario, las bajas laborales y la reducción de esperanza de vida vinculados a problemas respiratorios, cáncer y otras enfermedades.
4º.- Denominación de origen, incineración, puestos de trabajo.
La incineración de residuos supone un peligro cierto para la agricultura, en especial para la agricultura ecológica, pues las plantas incineradoras expulsan al aire numerosos componentes peligrosos, que van a parar a la tierra y al agua, acumulándose, con resultados catastróficos: una agricultura de baja calidad significa menos generación de recursos y de trabajo. Las zonas con atractivo cultural, turístico o paisajístico, por su especial belleza o por su cuidada Naturaleza, también se resienten, dado que los visitantes huyen de lugares contaminados o destrozados. En cuanto a crear y mantener puestos de trabajo (éticos y sostenibles), sabemos de qué modo actúan las empresas especuladoras —con despidos masivos cuando conviene a su beneficio, como han hecho tantas veces, sin importarles personas o familias—. Presentan como estable un trabajo precario, a capricho de intereses y decisiones deslocalizadas, como recientemente en León la multinacional danesa Vestas (400 despidos sin titubear para ahorrar 30 millones anuales, tras haber recibido más de 15 millones de € de ayudas públicas). A medio y largo plazo, el trabajo más intensivo, ético y duradero es el que se relaciona con una buena salud ecológica y ambiental, y no depende de intereses espurios. Solo el trabajo generado por la riqueza ecológica de una zona es estable y con futuro a corto, medio y largo plazo.
5º.- Transparencia y etiquetaje de sacos de cemento.
Las fábricas de cemento, además del coque de petróleo, están quemando residuos de contenidos no identificados (entre otros: lodos de depuradoras, harinas cárnicas, plásticos, neumáticos, disolventes clorados y no clorados, CDR (Combustibles Derivados de los Residuos); añadiendo escorias y cenizas volantes como materias primeras de sustitución en lugar de las rocas carbonatadas. El producto final que comercializan —cemento sin etiquetar— contiene residuos de estas quemas y son utilizados en la construcción de nuestras casas, colegios, hospitales, conducciones de agua, etc. Exigimos un etiquetaje claro en el que se especifique la procedencia del cemento y si en su proceso de fabricación se ha recurrido a la incineración de residuos; donde aparezcan detallados los productos que contiene cada saco de cemento, su peligrosidad y las normas de manipulación para proteger al consumidor. Todo ello ha de ser de obligado y vigilado cumplimiento.
6º.- Hay alternativas.
La incineración de residuos, además de peligrosa, está obsoleta. Contamos con medios técnicos, económicos y sociales eficientes y suficientes para apostar por alternativas sostenibles de gestión de residuos y de producción de energía. Las estrategias Residuo Cero demuestran que se pueden gestionar los recursos naturales de otro modo (Reducir, Reciclar, Reutilizar, Rediseñar). La prevención de residuos, la prohibición de productos de un solo uso —como la plaga de las bolsas de plástico—, el consumo responsable, la reutilización y el reciclaje son excelentes aliados en la lucha contra el cambio climático y en el ahorro de energía. Apostamos por desmaterializar la economía, favoreciendo la transición hacia una economía decrecentista donde consumir menos signifique vivir mejor. Los avances tecnológicos demuestran que es más barato y sostenible un modelo energético basado en la prevención y en la generación de energía limpia.
Por todo lo anterior, Ø Denunciamos las prácticas de incineración y coincineración de residuos y combustibles derivados de residuos, así como de la biomasa, que perjudican la salud, el medio ambiente y agravan el cambio climático. Ø Pedimos terminar con el consumo sin límites y con un modelo de usar, tirar, quemar y/o verter. Ø Instamos a las autoridades a apostar por el Residuo Cero como única estrategia de gestión de recursos en un planeta con recursos limitados, poniendo la prevención de residuos, la reutilización y el reciclaje en el centro del desarrollo sostenible. Ø Exigimos la prohibición de productos que no sean fácilmente reparables, reutilizables y/o reciclables, y aquellos otros que contengan sustancias tóxicas, para que sean sustituidos y rediseñados a través del uso de la inteligencia colectiva en nuestra sociedad. Ø Llamamos a los ciudadanos/as a movilizarse en contra de todos los proyectos que atenten contra nuestra salud y a castigar con su voto a los partidos que apoyen o consientan la incineración.