INTERVENCIÓN DE
D. LUIS FERNÁNDEZ-VEGA SANZ
Presidente de la Fundación Princesa de Asturias
Tomo la palabra por vez primera como presidente de la Fundación Princesa de Asturias en esta solemne ceremonia de entrega de nuestros premios. Y lo hago, como podrán comprender, muy honrado, profundamente agradecido y con alto sentido de la responsabilidad.
No podría ser de otra forma, puesto que me siento muy unido y comprometido con esta institución desde que dio sus primeros pasos, y muy unido también, por razones profesionales y personales, a esta querida Asturias, que representa el respeto y cariño que nuestro país tiene por Sus Reyes. Una Asturias que ejemplifica, al mismo tiempo, el profundo sentimiento de pertenencia a España, sin renunciar por ello a ninguna de las señas de identidad que le son propias desde hace siglos. Una tierra que celebra precisamente este año el 1.300 aniversario de su constitución como Reino, además de los Centenarios de la Coronación Canónica de la Virgen de Covadonga y de la declaración del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. Estos acontecimientos históricos son símbolos de nuestras hondas raíces hispánicas.
Majestades:
Un año más os recibimos con inmensa alegría y con sincera gratitud para presidir esta ceremonia. Y lo hacemos recordando con mucho afecto a la Princesa de Asturias, nuestra Presidenta de Honor, y a su hermana la Infanta Sofía.
Sentimientos sin duda acrecentados cuando el pasado 8 de septiembre nos visitó la Princesa y recibió el homenaje del pueblo asturiano en Covadonga. Acontecimiento que nos ha llenado de especial satisfacción, reforzando los lazos con nuestra tierra que ha demostrado a lo largo de su dilatada historia, ser tan leal como generosa.
Y damos también la más afectuosa bienvenida a S.M. la Reina Doña Sofía, quien con su continuada presencia, de nuevo enaltece este acto y nos emociona muy particularmente.
Quisiera, antes de continuar, expresar ante ustedes el reconocimiento que todos en la Fundación sentimos hacia Matías Rodríguez Inciarte, que ha presidido la institución desde el año 2008 hasta el pasado mes de abril. Su labor ha sido extraordinaria y ejemplar. Una labor que ha dejado una huella indeleble y a la que deseo dar continuidad.
He llegado, además, a la Presidencia en un momento en el que la Fundación es conocida, apreciada y respetada por un gran número de asturianos y españoles, que unen nuestro nombre al de muy destacadas personalidades e instituciones del mundo cultural, científico, político, económico y social sin limite geográfico alguno.
Este es, como bien sabemos y hemos escuchado muchas veces decir en ceremonias anteriores, nuestro mayor patrimonio. Lo es, en efecto, porque quienes han recibido nuestros galardones a lo largo de estos años simbolizan nuestros deseos y proyectos y son ejemplo para todos de las más altas virtudes.
La Fundación, además, nació para fortalecer los vínculos entre el Príncipe de Asturias y el Principado en un momento crucial de la historia de España, cuando tantas cosas había que afianzar y construir.
Hoy los retos a los que nos enfrentamos son distintos, pero quizás no menos trascendentes. Por ello nuestra disposición a colaborar para superarlos es idéntica a la de quienes nos precedieron y supieron ver que juntos hacemos de nuestra querida España un país más libre, abierto, equilibrado, tolerante y justo. Mejor, en definitiva.
En todo este tiempo la fundación ha trabajado también con intensidad para que el ejemplo de los galardonados llegue, se extienda y fructifique, especialmente entre los más jóvenes.
Desde que accedí a la Presidencia he tenido ocasión de reflexionar mucho sobre todas estas cuestiones. He sentido, de inmediato y en primer lugar, la necesidad de agradecer todo el trabajo hecho a lo largo de los años por quienes se han esforzado, han superado dificultades, allanado obstáculos, derribado prejuicios y han luchado contra el pesimismo y la desesperanza.
Una tarea que han hecho, siempre, así me consta, con una justa dosis de ilusión, con firmes convicciones y gran generosidad. Y la han hecho con el constante apoyo de la Corona, que desde los comienzos de esta aventura ha alentado y liderado un proceso en el que ha habido muchos días luminosos, como el que hoy vivimos.
Para confirmar esta afirmación tan solo es preciso fijar la mirada en nuestros premiados. A ellos les doy la enhorabuena y las gracias por acompañarnos en una tarde tan especial para todos nosotros.
Nos sentimos orgullosos y les agradecemos que nos ayuden a acercarnos, como en la pasada edición afirmó S.M. el Rey, “a algunos de los aspectos más positivos de la vida, de nuestra existencia, de nuestro mundo”.
Porque es cierto que los galardonados, su obra y su ejemplo, engrandecen de forma extraordinaria nuestra labor y nuestros proyectos. Les dan hondura y sentido. Por eso hoy, al darles la bienvenida a Asturias, lo hago plenamente consciente de lo que para todos nosotros significa la excelencia de sus trayectorias profesionales.
Michael J. Sandel, afirmó que recibir este premio de Ciencias Sociales, le une a nuestros objetivos, a nuestro deseo “de promover –son sus palabras– el entendimiento cultural y los ideales pluralistas”.
Reconocer lo mejor de la cultura y el conocimiento es nuestro fin y esa tarea tan gratificante nos llena de esperanza y optimismo. El esfuerzo, el talento y la sabiduría no se escriben contra el hombre, sino a su lado, a nuestro lado.
Majestades, señoras y señores, ese es el camino que nos hemos marcado pues sabemos que con esas aspiraciones se construyen los mejores sueños.