Una más qué importa…

Siempre se ha dicho que lo que no se publica, no existe, y esto justifica las prisas y presiones que viven todos los medios de comunicación por hacerse un hueco en este difícil mundo de la comunicación y más cuando el reparto de la tarta publicitaria – su principal fuente de ingresos-  depende, en mucho,  de las ventas de ejemplares o de los índices de audiencia. 

A pesar de que intento ser comprensivo y paciente, hay días, como el de hoy, que aunque paseo  por ovetenses calles  de sonoro nombre como Reconquista, Arcipresta de Hita… mi cabeza está saturada, cansada de tanto máster, de tanta tesis doctoral y de tantas dimisiones , mientras el pueblo avergonzado y resignado  soporta lo que venga, que esto no ha hecho más que empezar, y es que el nivel moral de muchos de los responsables públicos  empieza a ser preocupante, como diría el perro Berganza “es gente de ancha conciencia” y todo esto contribuye a que  los límites entre el bien y el mal se difuminen,  desaparezcan, y   que sintamos compasión de la víctima y desconfianza del periodista verdugo, por aquello tan nuestro de pensar que algo busca, alguien le paga .

Instalados en la ceremonia de la confusión todo vale. Y de ello tenemos pruebas, constancia todos los días. Decía el eximio Clarín que en el verano se cometían menos faltas de ortografía, quizás por aquello de que estamos de vacaciones, se escribe menos, no hay clases ni exámenes, pero lo que si  proliferan son  las noticias tornado, huracán , tormenta, gota fría,  además de las típicas serpientes de verano, que quieren marcar tendencia e influir en el ambiente, en un ambiente frívolo donde lo que menos importa es la verdad y lo único que se premia es la mentira, las falsas justificaciones,  y la mejor prueba de ello es analizar el funcionamiento de las redes sociales, donde uno se encuentra  con apóstoles de la mentira, de la causa, que tergiversan palabras, contenidos e intenciones  si con ello consiguen el engaño, el objetivo, frenar, despreciar al que discrepa .

Dicen y practican que la verdad objetiva no existe, solo su “interesada” verdad. Los niveles de intolerancia que despiden producen asombro y preocupación, y hacen buena aquella máxima  hitleriana de que “una mentira repetida cien veces se convierte en verdad” . Esto no augura nada nuevo, salvo violencia e intolerancia y el ejemplo catalán es una muestra. ¡Qué lejos están los tiempos en que Cervantes decía que “Barcelona era honra de España”. La  discrepancia razonada y respetuosa no se practica.  

De las noticias bomba de este verano la que más me sorprendió fue  la respuesta que la Vicepresidenta del Gobierno, Sra. Calvo, dio al querer justificar los desmanes verbales del catalán Torra que no deja de “atorrarnos” desde la Generalitat y dijo aquello de que  “Con frases no se ataca al Estado”, que  carece de la mínima profundidad y solvencia, pues es tanto como decir las palabras no sirven, no dañan, no hieren, algo que todos sabemos que no es cierto, pues las palabras atan, obligan ,hieren, penalizan e incluso matan, pues no sólo se mata con el cuchillo o revólver, también se mata con la difamación, con la calumnia , con la mentira y para ello se necesitan palabras, que también sirven para elaborar leyes o redactar artículos como éste, de ahí su importancia y polivalencia.

Podría seguir dando razones, pero lo que no me imagino es a un político sin palabra, sin argumentos, sin persuasión, sin programa. Si esa respuesta la diese una persona no versada en Política y en Derecho, quizás uno lo entendiese, pero que un político, en esta caso una política, de probada experiencia y amplios conocimientos jurídicos arbitre esa respuesta sólo se puede entender desde la excesiva presión que se atesora en el cargo de Vicepresidenta o bien por la ladina voluntad de engaño, algo que no nos merecemos, y es que dos y dos son cuatro, no tres y medio.  



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