Este otoño caliente, que está llenando las playas (nada más barato para combatir la crisis, sin contar, además con la falta de luz y sol que tuvimos en el norte este verano) deja también imágenes esperanzadoras de movilización ciudadana en Estados Unidos. Ocupa Wall Street, movimiento pariente del 15M y de los jóvenes del 25 de enero, acampado a las puertas de la bolsa, protesta en la calle contra la crisis, los tiburones financieros, especuladores y el rescate -¿hasta que punto necesario?- de los bancos.
Como siempre, habría quedado en simple anécdota si los indignados no hubieran cortado el tráfico en el puente de Brooklyn. Las protestas contra la injusticia social y económica, el paro, los deshaucios y los recortes aplicados contra la población más necesitada, se han extendido a otras poblaciones y vuelven a poner el foco de la actualidad en las consecuencias desnaturalizadas de la crisis económica.
Los mueve el sueño de cambiar la realidad, como siempre, alimentado y extendido por la red, que permite unir lo que la distancia separa. ¿Asistimos a otra manifestación de la revolución social globalizada del siglo XXI?¿Servirá de algo? ¿A quién favorecerán políticamente? Visto el caso de España –por ver todavía-, miedo me da, pues allí, como aquí, impera un sistema electoral bipartidista que, más allá de las promesas electorales, hace indiferente para la ciudadanía quien gobierne.
Este fin de semana se pronostica un bajón de las temperaturas y abundantes lluvias. El otoño caliente volverá a ser una ilusión, un recuerdo. Y es que siempre llueve pa joder al pobre. Pero, ¡cuánto estamos disfrutando de este sueño!