Julieta Serrano, actriz catalana, Premio Nacional de Teatro 2018.
Julieta Serrano es muchas Julietas. Es una muy recordada “mujer al borde de un ataque de nervios” con Almodovar. Es, igual o más, aunque por ser “entre tinieblas” puede no vislumbrarse bien, una compleja madre superiora, lesbiana y drogadicta, donde se toma LSD para hablar con Dios. Es, no hace un año, una curandera en “dentro de la tierra” de los invernaderos de Almería. Es futura actriz en el proyectado “dolor y gloria” de Almodovar. Es la duquesa de York con “Ricard III” en el Teatre Nacional de Catalunya. Es la criada en “Mi querida señorita”, de cuya secuencia final, con José Luis López Vázquez, Cukor, el famoso director, afirmó que la frase final era la más afortunada de la historia del cine después del "nadie es perfecto" de 'Con faldas y a lo loco'.
Julieta es muchas Julietas. Es una niña de Poble Sec. Es una buena persona, toda una vida. Es una mujer libre y comprometida. Es una amiga generosa y entregada. Es, obviamente, incansable, más de 60 películas y más de 100 actuaciones en el teatro desde 1951 hasta el momento presente la contemplan. Es una actriz activa con sus 85 años y con cerca ya de 70 años profesionales, contando los años iniciales en Barcelona, en 1951 con “El marit vá de visita” de Javier Regás, antes de llegar a Madrid en 1958 con “La rosa tatuada” de Tennessee Williams.
Julieta es muchas Julietas. Es una persona comprometida socialmente que toma posición en los avatares políticos claves de nuestro país. Es una firmante del manifiesto “1-O Estafa antidemocrática” en Cataluña, y de los manifiestos por el blindaje de las pensiones. Es también una recogedora de firmas en la mesa de las mujeres por el blindaje de las pensiones.
Julieta se considera a sí misma “una ingenua métrico decimal”. Julieta lanza su agradecimiento por el premio a muchas personas, a “directores, amigos, amantes, de todo”… ay, nos dejamos tantas Julietas…