Vaya por delante que a mí siempre me cayó bien, simpatica, Carmen Machi. Pero su papel en una campaña publicitaria de los yogures Activia, campaña que lleva ya un tiempo en las televisiones de la parrilla nacional --no la de les costilles de gochu, sino la de la caja faltosa-- me está provocando serias pesadillas, por un lado, y me produce un sentimiento de pena por esta popular actriz y su triste destino.
Vean. Al principio, las actrizas y actrizos andaban en familia numerosa por los anuncios y, cuando aparecía Carmen Machi daban saltos de alegría y expresiones de felicidad y admiración. ¡Carmen Machi, Carmen Machi! exclamaban. Luego, se vé que llevaban tiempo con ganas de contárselo a alguien, ponían cara contritada y le explicaban que estaban hichados como zepelines, con la comprensible sensación de desasosiego. Machi, al pronto, les decía "No es normal, estar hinchado no es normal", y les quitaba el helio sobrante cual a balón playero pinchado por un espetu de sardines.
Pero luego Carmen, seguramente al ver las calles sorprendentemente vacías a su paso, se fue al bar del barrio. Allí comenzó a presionar a la camarera, que ni tripita tenía, por cierto, hasta que ésta confesaba estar hinchada, con lo que ¡toma goyur, morena!. Pero el bar fue vaciándose de clientes, y Carmen, animosa ella como la que más, comenzó a perseguir a sus amistades por playas y supermercados. Las familias huían al verla, seguramente, y ya sólo atrapaba a la incauta madre, delante de la estantería del super o plegando la sombrilla playera, acosándola sin piedad. La pobre actriz se defendía con vigor: ¡que no, que no estoy hinchada! ¿Y el pariente? y ¿los niños? Que no, que no, se denfendía la pobre madre. Pues que si quiés arroz, Catalina. ¿Tú no te limpias los dientes? Pues ¡hala!, toma Activia al canto. Y les juro que a los actores, bien pagados supongo, se les pone cara de pesadilla, pero no figurada, sino real. Incluso me han dicho, yo no lo creo, que en la vida real sus amistades huyen despavoridos cuando ven a la pobre Carmen.
El caso es que ayer me dijo la parienta que iba al super a comprar yogures y jamón. Me quedé lamiéndo los bigotes a la espera del jamón, pero cuando oí que la contraria llegaba a la puerta y sacaba las llaves mientras hablaba con alguien no pude evitar que un escalofrío me recorriese el espinazo. ¿Hablaría con Carmen Machi? ¿Entraría Carmen a decirme que estoy hinchado? ¿Me obligaría a ingerir toneladas de goyur, dado que mi peso media entre el de un oso grande y un proboscídeo pequeño?
Luego resultó que era una vecina, con la voz parecida a la de Machi. Pero hoy por la mañana, se lo juro, abrí la nevera y al ver el tablet de Activia lo aparté con desconfianza esperando ver salir a Carmen Machi de detrás de los vasitos y gritarme ¡estás hinchado, estás hinchado!
Qué pesadilla, señor.