Le dirijo unas palabras, Presidente, sin ninguna certeza de que usted examine la verdad actual de Venezuela. Es más, quizás la desconozca en su conjunto, si nos basamos en una expresión dicha en Santiago de Chile: Mi gobierno “no tiene vocación de injerencia” en los asuntos políticos de Caracas.
Cierto y asombroso y, aún así, meramente a conciencia de los miles de españoles que han emigrado a esa heredad y hoy se ven obligados a abandonarla en desbandada, debería usted estar al tanto de lo que allí sucede.
La tierra de Andrés Bello en la que hemos convivido durante 40 años, pervive en nosotros. La vuelta a España ha sido traumática, al no haber otro efugio de supervivencia. Meramente obtener alimentos o medicamentos, era patalear en las calles durante horas sin poder hallar nada. Ahora se ha creado una tarjeta de racionamiento llamada “Carnet de la Patria”, un documento de control sórdido y perverso de cada ciudadano. El país se encuentra imbuido en las páginas de “1984” de George Orwell, rodeadas de una existencia desesperanzadora.
Sus equipos políticos, Presidente Sánchez, le pudieran explicar bien la debacle institucional en que ha caído en la tierra de Simón Bolívar.
Podemos añadirle que hemos estado al lado de Hugo Chávez - padre del llamado Socialismo del Siglo XXI - desde el inicio con ilusión y esperanza.
En la mitad del medio de esa trayectoria, el Comandante ya había comenzado a llevarnos de la ilusión al desengaño, y así se lo expresamos públicamente.
Enunciar a estas alturas del “cotarro” – palabra muy criolla - que, bajo la actual égida de Nicolás Maduro, la crisis de Venezuela se resuelve hablando, es no saber de que color es el paño que gobierna actualmente el país y que ha llevado a la expatriación a más de 2 millones de venezolanos.
En las últimas elecciones válidas la oposición ganó en mayoría los curules de la Asamblea Nacional. ¿Qué hizo Maduro? Crear una Asamblea Constituyente a decretazo y con ello anular las decisiones del parlamento legalmente salido de las urnas.
La nación caribeña es un emporio de riquezas inconmensurables. Petróleo abundante y oro a granel en las minas “Las Cristinas”, allá abajo, hacia el sur, donde se levanta el Macizo de las Guayanas y comienzan los grandes ríos - Orinoco, Ventuari, Casiquiare – que mueven las grandes turbinas eléctricas de la represa del Gurí.
Con 32 millones de habitantes y 916.445 kilómetros cuadrados - España posee 505.900-, una media de 20 grados de temperatura permanentemente, inconmensurables extensiones agrícolas capaces de producir cuatro cosechas al año, cuantioso café, pesca, ganado bovino, madera, gas natural, electricidad, hierro, aluminio y acero. A esto se añaden más de 3.700 kilómetros de costa sobre el mar Caribe. Es decir: un emporio que pudiera estar a la cabeza de la economía latinoamericana y de buena parte del resto del mundo, es actualmente la entristecida imagen de un estado tercermundista de los más hundidos.
Ante esto, señor Pedro Sánchez, será válido o no lo será, que su gobierno no asuma mediación alguna sobre el régimen de Nicolás Maduro, no obstante usted perderá la oportunidad de ayudar a un país hermanado.
Al final, una corta pregunta:
¿Tampoco será de su incumbencia que miles de compatriotas que trabajaron y cotizaron toda su vida en Venezuela y regresaron a España obligados ante la dramática crisis, al final de presente año cumplirán 3 sin recibir la pensión que por ley les corresponde? Lo que sucede en Hispanoamérica – a recuento de su larga historia de lazos de sangre - le incumbe a España, a no ser que la perpetua Madre Patria se haya convertido en la madrastra de “La Cenicienta”, el conocido cuento de Charles Perrault.