Cuando apenas cuelgo el teléfono a mi colega Félix Vallina de "La Nueva España" tras glosarle unos datos de la personalidad del que fue uno de los mejores cocteleros de Asturias, Miguel Rodríguez, del "Pub Miguel", junto con Tomás el de "Martana", y que acaba de fallecer en el HUCA tras sufrir un accidente en su finca de Siero me llega la noticia del fallecimiento de otro gran profesional y mejor amigo, José Gómez, el propietario de los restaurantes "El Tizón" y "Lo nuestro".
El primero tenía 77 años y el segundo 68. El "Pub Miguel" en la calle Matemático Pedrayes era cita obligada de los ovetenses amantes de los buenos cócteles, a lo James Bond, agitados pero no revueltos, y del trato exquisito con que Miguel y su ayudante José Luis Bango, otro gran profesional aunque mucho más joven que el maestro, ofrecía sus combinaciones, algunas de ellas elaboradas, como debe ser, con fórmula secreta. Como uno no sabe donde la tiene y el destino es el destino, el pasado fin de semana Miguel Rodríguez fue a su querida finca en Siero y en un momento dado al ver un árbol con ramas asilvestradas cogió una escalera, guadaña en mano, y se dispuso a poderlo. Lamentablemente resbaló cayendo y golpeándose la cabeza con una piedra. Trasladado al HUCA allí falleció ayer.
También me llega la noticia del fallecimiento de José Gómez, "Pepe el de Tizón", no por menos esperada ya que últimamente le encontraba muy deteriorado y sabía de sus importantes achaques. Hostelero distinto al refinado Miguel, fue un luchador emprendedor desde su más tierna infancia cuando con apenas trece años vino a Oviedo para trabajar como pinche en la hostelería local. Con el paso del tiempo se abrió camino y hasta ejerció de taxista una temporada. Cuando en 1985 inauguró "El Tizón" en la calle Caveda puso su inimitable estilo al servicio de una clientela que rápidamente comenzó a llenar su comedor. Con una personalidad peculiar, lo mismo te mandaba a freír espárragos que no te dejaba pagar la cuenta sin venir a cuento. José Gómez era buen amigo de los amigos y amante del sector de la restauración y de Oviedo como buen hostelero que fue, venido como tantos otros que hicieron escuela desde las brañas de Tineo. En cierta ocasión a este empresario, el hostelero de las mil corbatas, prenda que coleccionaba con mimo, le traje una espectacular que adquirí para él en la mismísima Quinta Avenida de Nueva York, compensándome con una de las mejores fabadas que comí en mi vida.
No hace muchas días le vi en la terraza de su otro establecimiento, "Lo nuestro", y ya le encontré muy bajo de ánimo. Estos días precisamente José Ramón Castañón y Javier Batalla, ex director de la Sociedad Ovetense de Festejos, y un servidor teníamos previsto acudir al establecimiento de "Pepe el de Tizón". Lo haremos pero sin duda echaremos en falta sus pullas y su cariño. Que ambos hosteleros, buenos amigos a lo largo de mi dilatada vida en Vetusta, descansen en paz y hagan a los que disfrutan de las praderas de Manitu más felices sin cabe. Primero con una ventrisca del Cantábrico y luego con un dry martini.