Tal como la mayoría esperaba, aunque por escasa diferencia, la ex vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ganó las primarias del PP con el apoyo de Andalucía, Valencia y Castilla León, apareciendo inesperadamente y como perdedora, Dolores Cospedal García, secretaria general del partido conservador, tras haber sido superada y por ende relegada al tercer puesto por Pablo Casado, ex vicesecretario de comunicación.
La citada Cospedal, que no imaginaba semejante batacazo, fue merecidamente castigada por la militancia, quien ahora reclama la participación de sus compromisarios para decantar el duelo Santamaría-Casado en el Congreso de 20-21 de julio. Con su ramplón 25,9%, son varios los compañeros que se cuestionan su continuidad en la política. Decisión que posiblemente no se materialice pensando en el triunfo de su odiada compañera y no pensar proporcionarle semejante satisfacción. Valorada como trabajadora incansable a la par que fría y ambiciosa, gusta verse rodeada de “palmeros”, algo con la que ya no contará…
En sentido diametralmente opuesto, Pablo Casado, sorprendiendo a propios y extraños, se presentó a las citadas elecciones con su “pobre aliño indumentario”. Carente de respaldo orgánico pero cargado de ilusión y sano coraje, acude en representación del sector joven del partido, siendo bien considerado incluso por los votantes mayores de la formación, como persona flexible ideológicamente, comportándose con naturalidad y buen comunicador, esencialmente a la hora de transmitir sus convicciones.
Sobre Sáenz de Santamaría, vencedora de la primera vuelta, reconociendo que tenía “casi” todo a su favor no estaba todo tan claro, si bien la diferencia de 10 puntos porcentuales con Cospedal, dejó a cada uno en su sitio. Dotada de un merecido curriculum profesional y buena valoración ciudadana, exhibe un marcado liderazgo sabiendo adaptarse perfectamente a los distintos escenarios de cada momento con decisión y personalidad.
Tras esta breve descripción sobre los tres personajes, ha sido Casado quien ha solicitado formalmente a la Comisión Organizadora del XIX Congreso Nacional del PP, la celebración de un debate con la otra candidata, Sáenz de Santamaría para “confrontar” sus ideas previamente a la celebración del Congreso. Según Casado resulta indispensable el que se produzca el cara a cara y que cada aspirante presente un programa en el que se definan sus prioridades, proyecto de país y todas las reformas que se estime necesario emprender. Tal propuesta, aceptada por Santamaría “sin ningún problema” se limitó a opinar que el citado debate le gustaría que se hubiese planteado como “un diálogo abierto para el acuerdo” por entender que los debates son “confrontaciones ideológicas con tus adversarios”. Sin duda, el mencionado resultará, en el caso de celebrarse, interesante y clarificador…
Desde hace cierto tiempo, el PP aparece como un partido huero de ideas e iniciativas, cuyos dirigentes solo se dedican al mantenimiento de sus respectivas poltronas. Apeado de la Moncloa y con un duro competidor como es Ciudadanos, la preocupación de Santamaría se basa en la recuperación inmediata del Gobierno, mientras que para Casado pasa por el restablecimiento programático del partido. Aunque a nivel ciudadano estas primaria del PP no generen especial atención, a efectos políticos, la segunda vuelta puede resultar más compleja que la primera. Ambos candidatos ya han retomado la campaña. Casado pretende aliarse con la secretaria general para desbancar a Santamaría en la votación de compromisarios, quien defiende que la lista mas votada debe ser la respetada, a lo que casado contesta alegando que “si alguien se ha presentado en el Congreso para mantenerse en el poder no es mi caso”.
No obstante, Casado debe cuestionarse que el grupo liderado por la secretaria general ha empezado a resquebrajarse, toda vez que los barones que la apoyaban están demandando una candidatura única de Santamaría y el propio Casado, siendo la palabra mas repetida por todos los candidatos a lo largo de la campaña, el término “integración”, si bien el debate aclara y como consecuencia también integra. Afiliados, militancia y votantes del PP ya no está dispuestos a tragarse más cacicadas, quedando meridianamente claro que si desde Génova y con la colaboración de Hernandos, Maillos y otros cuantos comienzan a manipular y contemplar la posibilidad de anular la celebración del mencionado debate entre Santamaría y Casado con repugnantes argumentos demagógicos, las bases del partido, y ya no digamos el colectivo joven, interpretaría dicha anulación como algo grotesco y antidemocrático, rastrera maniobra de la que solo se beneficiaria y mucho Alberto Rivera y su partido Ciudadanos, unido todo ello a las criticas del PSOE y restantes partidos de izquierda.
Al margen de lo que suceda en el potencial debate previo y posterior Congreso, ideológicamente y en el futuro, el espacio-ocupado por el centro-derecha se lo disputarán entre el mencionado Rivera y Casado aunque militen en formaciones distintas….¡¡Tiempo al tiempo!!