La desafortunada y nefasta gestión que viene realizando Mariano Rajoy desde hace cierto tiempo, está siendo muy criticada por una gran parte de la ciudadanía e incluso por un sector de sus propios correligionario, avocados hacia el descrédito y la consecuente ruina electoral. Confianza, fidelidad y entrega total sin condiciones es lo único que les exige a sus subordinados, sin entrar a ponderar su eficacia con tal de mantenerse en el poder. Así es como funciona el gabinete de selección de La Moncloa, contratando a amiguetes e inoperantes aplaudidores a los que sola les preocupa mantener sus sustanciosas canonjías, quienes una vez empapados sobre los entresijos del sistema, los más ambiciosos terminan dedicándose al aprovechamiento mas descarado, cuyos nombres son de sobra conocidos por sus cíclicas apariciones en los distintos medios de comunicación.
Últimamente, tras el caso "Master" y posterior cese de su protagonista, Cristina Cifuentes, ha supuesto un tremendo varapalo para el prestigio del PP en general, que supera con creces a la burda falsificación de unas firmas y la aparición de un video con el hurto de dos botes de crema en un supermercado de Vallecas. El desconcierto entre sus dirigentes y cargos es manifiestamente perceptible, con lo cual, la desconfianza cunde en el ambiente entre las bases del partido provocando el que se pregunten que futuro le espera al partido. Don Mariano, muy cauto tal como es su costumbre, ha prometido que cuando sean aprobados definitivamente los Presupuestos Generales del Estado, a continuación se pondrá en acción una ofensiva política para intentar frenar en empuje de Ciudadanos y recuperar las posiciones anteriores.
El PP madrileño ha alcanzado tal grado de degeneración que provoca una sensación entre el asco y la tristeza. Cifuentes pasará a la posteridad con algún mote que no tardarán demasiado en adjudicarle y el resto preparando sus ajustes de cuentas y venganzas en la medida que se descubren sus corrupciones. Al margen de lo apuntado, el objetivo de toda la estrategia tiene fácil explicación: mantener el Jefe del Ejecutivo en La Moncloa a cualquier precio, y de paso, bajarle los humos a Albert Rivera tratando de darle un giro a las encuestas que están ganando posiciones por momentos…¡¡Tiempo al tiempo!!.