Estoy tomando un café en un bar, próximo a mi domicilio, que puede ser uno de los mejores de España y en el que, con toda seguridad, sirven el mejor Gin Fizz del país. A mi lado, en la barra, dos clientes que conversan animadamente sobre uno de los asuntos más trascendentales de esta semana: el partido de fútbol entre el Real Madrid y la Juventus de Turín.
- ¿Crees que fue penalti?. Pregunta uno. - Para mi no fue penalti y lo ideal es que hubiera habido prórroga. - Eso quiere decir que tú eres del Barcelona. Le insinúa. - No, es que estaba en la cama con una chica a la que estoy conociendo (la transcripción no es literal) y para los dos la duración de un partido es muy importante. Su marido vuelve a casa temprano o tarde dependiendo de las circunstancias. En este caso una prórroga hubiese sido perfecta. Al final, lo bueno es que el Madrid pasó a la siguiente ronda en Champions y tenemos asegurados dos partidos (no es literal) más. - Bueno, que derivadas más curiosas tiene el fútbol. Comenta el primero. - También te puedo decir que, según mi chica y por el conocimiento de otras amigas de su círculo, son más infieles las mujeres de los hinchas del Madrid que las de los seguidores del Barcelona.
Quise seguir con la oreja puesta, pero no pude escuchar más. Acabé el café y me marché pensando que -¡dichoso de mi!- yo no estaba en un grupo de riesgo. Soy del Sporting de Gijón.