Siempre he lamentado que se utilice inadecuadamente la lengua del imperio- quizás ya en peligro desde este Congreso de móviles en Barcelona donde ya se anuncia la traducción simultánea- y que consintamos ser colonizados desde hace décadas por su música – se cantan canciones en inglés sin conocer su significado- , en detrimento o desprecio de nuestra esencia como pueblo, región o nación. Pienso que todo alumno al acabar un bachiller debe saber divulgar un instrumento musical ya sea una flauta, guitarra, gaita, acordeón , armónica…; bailar las piezas claves del folclore astur, hoy casi en desuso- ya no se baila a lo suelto en las romerías- conocer y entonar las canciones típicas de nuestra tierra, aquellas que nos hermanan y unen , ya sea canción coral o toná, y tener los conocimientos imprescindibles de nuestra lengua, historia, geografía y etnografía, de modo que uno no se sienta forastero en su propia tierra, pues no hay duda que la zona central, por razones obvias, impone su fuerza sobre las alas. Hoy España, después de siglos de ostracismo y de mucha leyenda negra que interesadamente nos endosan, puede tutearse de tú a tú con cualquier nación europea y para demostrarlo basta con ver el Telediario. Sólo nos queda confiar en nosotros mismos y afianzarnos con nuestro trabajo, seriedad y buen hacer, y para ello contamos con dos herramientas muy válidas y originales. La primera de ellas es la alegría y viveza del pasodoble, pieza de origen taurino, que inicia su andadura allá por el 1920, y que últimamente causa las delicias de nuestros visitantes – nuestro petróleo nacional- , hasta el extremo que muchos paquetes turísticos incorporan aprendizaje y baile de los mismos, con música y letra bien adaptados a las caderas de los danzantes. No hay academia de baile que no lo imparta, ya sea en la costa o en el interior, y es que una de las características del pasodoble es su variedad, así unos cantan a Valencia, a Canarias o incluso a Asturias, como el popularmente conocido como “Pepe el Mazcayu”, o bien a toda España. Como broche de fiesta o verbena “Paquito el chocolatero” donde el avispado carterista intenta hacer su agosto. El segundo elemento básico en nuestro progreso es el idioma, llámese “castellano” o “español”, según la vertiente ideológico de cada uno, que nos comunica con más de 570 millones de personas, y que ha sido una herramienta básica para combatir la crisis económica en estos aciagos tiempos que nos toca vivir y basta para ello aportar los siguientes datos. En el año 2010 el volumen total de nuestras exportaciones ascendía a 186.458,5 millones de euros; en 2016, a 277.126 millones de euros. Los números hablan por sí solos y hay quien cifra el beneficio de nuestro idioma en más del 15 del P.I.B . No me imagino a un ejecutivo catalán en una reunión de trabajo en Buenos Aires hablando en su idioma. Nuestros principales clientes en los años más agudos de la crisis, la América latina en su conjunto, últimamente China y Francia. Nuestro idioma ágil, flexivo y expresivo goza de buena salud y vitalidad, apto para cualquier misión, sirva como ejemplo estas expresivas palabras cervantinas no muy conocidas como : “garrancho” o parte dura, aguda y saliente del tronco de un árbol; “recuero” o arriero; “santiscario” o invención; ”matrero” o astuto, discreto; “jifero” o matachín. El mismo Quijote es el libro más traducido a todos los idiomas después de la Biblia. Afortunadamente Asturias cumple bien estos parámetros, pues exportamos más que nunca y nuestros alumnos son los segundos de toda España en la asignatura de Lengua Española. Hoy cuando escribía estas letras y escuchaba el pasodoble que titula este escrito, estaba contento, pletórico, y es que tenía delante de mí una información que llevaba tiempo esperando, y es que uno de los nuestros, en este caso un asturiano, de nombre Juan Fueyo Margareto era noticia por sus revelantes investigaciones en la lucha contra el cáncer, los llamados “adenovirus”, efectuadas en el Centro de Cáncer M.D.Anderson de Houston. Siempre he deseado que las portadas de los periódicos aparezcan noticia de ciencia, de investigación de la buena, de la que se traduce en mejores condiciones de vida y salud para todos. Esto es auténtico progreso, y en Asturias estamos en condiciones de hacerlo. Tenemos profesionales de prestigio mundial, sólo hace falta que les ayudemos.