Tanto anuncian las navidades – cada vez más temprano - que cuando estas llegan si uno no dosifica , se le escapan de las manos apresuradamente, con algún kilo de más y, si los tiempos lo permiten, con algún deseo convertido en regalo, y eso siempre que uno sea merecedor del mismo. En esta misma columna os he comentado que la Navidad me obliga a escribir, pero es tal el cúmulo de vivencias que muchas de ellas se me quedan en el tintero, de ahí que pasada la resaca, me vea en la obligación de rescatar alguna. Durante estas dos semanas me encontré con la creatividad, en forma de “belenes”, al alcance de la mano, ya belenes escolares hechos con pelotas de tenis, con figuras del playmovil, ya en los “belenes” de la Plaza de Abastos de belenistas de Pola, Feleches, Villaviciosa, León, pues como bien dice uno de ellos, don José Eduardo García Villa :” No conozco ningún belén feo”, o bien en el Belén del Asilo con la incorporación este año de la voz de su creador, Don Belarmino García Roza, a quien imaginamos con su vara o puntero dando su lección catequética.
También fue visita obligada la exposición del belén napolitano de la Plaza de Trascorrales, con motivos ovetenses o los cuadros-belén en relieve con trece pasajes de la vida del Señor, que sorprendieron positivamente al visitante – casi 91.000- y que responden a una tradición muy mediterránea.. Según marca la tradición de “Vuelve a casa por Navidad”, me encontré el día 25 la Iglesia de San Pedro de Pola de Siero, en la misa de las 12, con el templo a rebosar , y con una feligresía expectante – muchos de ellos residentes fuera - que escuchaba la Buena noticia. Después de la Adoración del Niño se recogía voluntariamente la edición del Evangelio del 2018, con la sana intención de familiarizarnos más con la Palabra de Dios , de gran utilidad para conocimiento del hombre y el mundo que le rodea, salvando las distancias. Sólo se nos pide tres minutos al día. En uno de esos típicos paseos navideños me encontré en la esquina de la calle Valeriano León de Pola con el pintor de los Picos de Europa, don Carlos Sempere, que prepara su próxima exposición en León, y que sin quererlo , a una pregunta espontánea, nos aportó una teórica que no olvidaremos y que surgió a raíz de preguntar qué diferencia hay entre pintar el Urriellu hoy a hace treinta años o dicho de otro modo cómo puede ser aún objeto de inspiración después de tantos años .
La respuesta fue rápida y certera, y es que el aprendiz de entonces – yo – se ha enriquecido con más y nuevas técnicas, pues cuanto más se dibuje, mejor se dibuja, y otro tanto ocurre con la observación, que también necesita su ejercitación. A todo esto he de añadir que hay fenómenos naturales que siempre son fuente de inspiración, que son un manantial perenne de belleza, de arte. Uno gana en técnica cuanto más dibuje, más pinte, lo mismo que el escritor cuanto más escriba, pero ambos tenemos una limitación que no se aprende, que no se improvisa, que diríamos que nace con uno que es la creatividad, la imaginación a la hora de pintar o de escribir; la capacidad de sugerir, de intuir , de interpretar o hacer partícipe de ello a quien nos ve o nos lee…Y es que el Naranjo de Bulnes no es el mismo a diferentes horas del día, ni en las cuatro estaciones del año; de ahí que uno esté esperando la oportunidad para captar, inmortalizar esa luz, ese reflejo, esa atmósfera que le hace único, irrepetible, genial… Después de este baño de imaginación y arte, toca volver a tierra, pisar la realidad y más ahora que la nieve y la gripe tienen responsabilidades políticas, y para ello que mejor que rastrear la prensa, con las lógicas limitaciones que uno se ponga, que nos comunica que cada vez somos menos asturianos – para el 2.020 menos del millón y muchos de ellos fuera de casa; Gijón y Oviedo perdieron más de 5.000 vecinos en el último lustro-.
El pasado 3 de enero, el derribo del último chigre de Oviedo, en el Palais, Casa Domitila, nos recuerda que somos efímeros y esto se hace más palpable según pasan los años y se comprueba que el Samoa, El Lóriga, El Nora o bares como Los Avilesinos, El Prado, El Peonzu, Casa Benito, Bar Lugones, Bar Los Peñones o el Bar Madrid entre otros muchos ,ya no existen… Conocidas nuestras limitaciones y posibilidades, que no cunda el pánico, y que cada uno cumpla con sus obligaciones y responsabilidades, y ya que estos días algún grupo político expresó su preocupación por el gasto de este Ayuntamiento, quizás sea llegado el momento de que todos se pongan de acuerdo para elaborar un Reglamento de Organización municipal, ya que no es lo mismo que las Comisiones Informativas sean de siete personas o de diecisiete. José Antonio Noval Cueto.