Hace unas horas ha presentado su dimisión la ministra de Defensa de Bolivia, Cecilia Chacón, (lo siento por los que esperaban que fuese la de España, Carme Chacón, pero no, a chincharse tocan...), disconforme con la decisión del Gobierno, del presidente, en realidad, de disolver violentamente la marcha de los pueblos indígenas contra una carretera que romperá el equilibrio natural de su territorio, comprometiendo la sostenibilidad de amplias zonas del mismo. Otros miembros del gabinete de Evo Morales sopesaban desde ayer tomar una decisión similar.
La ministra de Defensa de Bolivia es sin duda una mujer valiente, y coherente, porque comparte con el pueblo del que ella, incluso étnicamente, forma parte, la filosofía de los pueblos originales de "respeto a los derechos humanos, no violencia y defensa de la Madre Tierra", como le recuerda al presidente en su carta.
La acción policial, a todas luces desemsurada y con trágicas consecuencias, viene a demostrar que los principios inspiradores de las campañas electorales son difícles de manenter cuando al frente de los ejecutivos llega el 'toro' de los intereses económicos o empresariales, llamados impulso al desarrollo y civilización, aún cuando esa civilización pueda llevar al hoyo a culturas ancestrales y a los pueblos que las conservan.
Me alegré por lo que se simbólico y renovador tuvo el nombramiento de una mujer como ministra de Defensa en Bolivia. Y me alegro ahora, no por su cese, sino por su entereza, ejemplo que debería de ser para muchos presuntos machos alfa de la política.
Mis respetos para usted, doña Cecilia, desde esta tierra lejana de Asturias que también un día fue Pueblo Original. Y mi admiración.