Quizás pueda parecer una osadía que un vecino de a pie, como yo, hable de su Majestad el Rey Felipe VI, pero que el propio monarca haya tenido el coraje de decirnos que vivimos “momentos muy graves, muy difíciles”, provocan estas palabras de agradecimiento y ello por un doble motivo: Primero porque no es frecuente que se reconozcan los problemas y en segundo lugar porque de sus palabras se desprenden una responsabilidad, un gran sentido de Estado, así como una gran confianza en nosotros; sabe que tenemos la respuesta, la solución al problema, como ya ocurrió en otros momentos de la historia pasada y reciente, y a ello nos dedicaremos. He de deciros que no es la primera vez que mis escritos tratan o hacen referencia al Rey, y espero seguir haciéndolo siempre que sus aciertos y gestos lo exijan - sus discursos de los Premios Princesa de Asturias no suelen tener desperdicio- , y es que como decía Don Quijote la ingratitud es síntoma de soberbia, y lejos de mi serlo ni siquiera intentarlo.
El pasado martes, 3 de octubre, festividad de San Francisco de Borja, virrey en otro tiempo de Cataluña donde él confiesa que “aprendí a considerar las cuestiones desde dos puntos de vista”, tomaba mi café en una terraza del concejo cuando mi amigo Pedro me dijo:
- - Hoy , a las 9 de la noche, habla el Rey .
A partir de ese momento yo y como yo otros muchos cambiamos nuestra ruta e hicimos lo posible y lo imposible por escuchar a su Majestad – más de 12.000.000 de audiencia, y casi un millón en la misma Cataluña – y su intervención no tuvo desperdicio. Sus poco más de seis minutos de locución fueron perfectos, con el tono y gravedad adecuados. Sabía de su importancia. Directo y al grano. Nada de medias tintas. Empieza reconociendo y denunciando los hechos: Incumplen, quebrantan la Constitución, el Estatuto, Principios democráticos…se apropian de las Instituciones catalanas e intentan quebrar la unidad y soberanía de España...propio de conductas irresponsables y desleales. Hecha la denuncia , ofrece ayuda a los catalanes que padecen está pandemia, y concluye apelando a la esperanza, pues si hemos superado momentos más graves en el pasado, también lo superamos ahora, dado que creemos en nuestro país y estamos orgullosos de lo que somos.
Siempre que se habla de esperanza me vienen a la cabeza las palabras pronunciadas por Nuria Espert en la entrega de los Premios Princesa de Asturias del año pasado cuando por boca de doña Rosita la Soltera, personaje de Lorca, nos dijo: “ La esperanza me persigue, me ronda, me muerde; como un lobo moribundo que apretase sus dientes por última vez…” y es que, Majestad, en tiempos de sequías, de escasez, de desencanto, sus palabras se han convertido en agua, riqueza, motivación y han sido muy oportunas ya por su contenido, ya por el momento de pronunciarlas. Nadie puede hablar de injerencia antes del 1 de octubre y nadie puede acusarle de callar y ocultar la verdad, de estar ajeno a lo que nos preocupa y atañe. La mayoría de los españoles, por no decir todos, coincidimos con su diagnóstico. Sus palabras han sido la lluvia benéfica que todos esperábamos, y es que, por desgracia, la clase política sigue aletargada, no escucha , no conoce el sentir de la calle e incluso llego a pensar que sólo van a lo suyo, y eso del bien común, bien de todos u otras ‘pamplinas’ semejantes, las dejan para el viento, el azar o el momento, y las esperanzas contaminadas de mentiras las proclaman en las elecciones, ya que siguen la cínica indicación de Sancho Panza de “si os duele la cabeza, untaos la rodilla”, y así hemos llegado a la situación en que estamos. Nadie puede alegar ignorancia. De esta situación , de esta desgana, de esta apatía – provocada por la crisis económica, la corrupción, el inmovilismo político generado por una Ley electoral que limita la libertad de opción del votante- , nos informó sobradamente el rey emérito Don Juan Carlos I en su Mensaje de Navidad de 2012, y nos dijo que la solución a estos problemas debía venir de la clase política, y especialmente de su generosidad. Esto no se ha hecho y las consecuencias las conocemos todos: nuevas fuerzas políticas en las bancadas del Congreso, muchas de ellas alimentadas por el populismo y la desesperación y su objetivo es desmantelar el Régimen de la Transición o del 78.
Llegados a este punto sólo me queda recordar que sin moral no avanzan los pueblos , y permitir que Don Antonio Machado concluya este escrito con su sabio y patriótico consejo de : “Yo siempre os aconsejaré que procuréis ser mejores de lo que sois; de ningún modo dejéis de ser españoles”.
Reitero mi agradecimiento, Majestad . Un cordial saludo.