El "castell" independentista

Entramos en la última semana antes de que Carlos Puigdemont Casamajó tenga que bajarse del punto más alto del "castell" que formó la "colla castellera" independentista de la butifarra. Sus socios, Oriol Junqueras y otros, ya no aguantan más sobre sus espaldas la pesada carga de un despropósito secesionista y el solo pensamiento de las responsabilidades jurídicas y económicas que se les avecinan -tanto colectivamente como individualmente- empiezan a agrietar el compromiso y la aventura anticonstitucional inventada por los honorables antecesores en la presidencia de la Generalidad, Jordi   Pujol y Artur Más, para tapar sus corruptelas generalizadas y -¡quién sabe!- hasta para tapar un pasado familiar forjado en el comercio y tráfico de esclavos.
En su huida hacia adelante, viendo que el "castell" se desmorona, el señor P. Casamajó y sus seguidores, en un acto de valentía que les clasifica perfectamente, han recurrido a escuelas e institutos para promover la movilización callejera de los "nens" que, por su edad y formación, representan el sentir del oprimido pueblo catalán.
Con una España pasmada -nadie protesta por el golpe independentista a la nación- hay que esperar que los jueces apliquen las leyes y que, transcurrido el próximo 1 de octubre, los golpistas comiencen a desfilar por los tribunales. Después ya se hablará , si es preciso, del modelo territorial español, de financiación y de derechos y deberes. Pero, en todo caso, para todas las comunidades españolas, no solo para Cataluña. 



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