Quieren hacernos creer que vivimos en una democracia porque votamos cada cuatro años pero, en realidad, lo que nos rodea rezuma demagogia. La demagogia es una forma de hacer política en la que se juega con los sentimientos, las emociones, las pasiones, los deseos y los miedos del pueblo para ganarse su favor. Se utiliza la falacia, la mentira, se manipula la información, se utilizan datos fuera de contexto que no reflejan la realidad y verdades a medias con el solo objetivo de engañar.
Platón y Aristóteles ya habían advertido sobre este problema al anteponer las tres formas de gobierno puras, monarquía, aristocracia y democracia, a las tres corruptas derivadas de las primeras, tiranía, oligarquía y demagogia.
Hay cadenas de televisión que utilizan la demagogia por bandera, mejor aún, programan demagogia y, además, lo hacen focalizando la información en temas monográficos hasta el punto de que si el PP desapareciera, se verían abocadas al cierre.
Hay ejemplos escandalosos de hasta qué punto la demagogia transforma la realidad. El caso de Juana Rivas es un buen prototipo de ello. Se tergiversa la información, se manipula, se cuentan las verdades a medias y se instrumentaliza la justicia para hacernos creer que el marido es un ser abyecto, miserable y un peligro para los hijos, obviando que, ciertamente, está condenado por maltrato, pero en el año 2009, y que después de esa fecha reanudaron la convivencia y tuvieron un segundo hijo y que los informes de los psicólogos lo consideran un buen padre. Los abogados de Juana no contribuyen a racionalizar el tema, es más, lo contaminan con recursos improcedentes, extemporáneos y, por tanto, condenados de antemano al fracaso. El Tribunal Constitucional ha puesto punto final a este concurso de insensateces. Pero, cuidado, tratemos el tema demagógicamente porque corremos el riesgo de que las fuerzas emergentes nos lapiden. Es la justicia popular frente a la justicia.
Otro ejemplo de utilización demagógica de la realidad nos lo proporciona el viaje del Ministro de Asuntos Exteriores a Ecuador y su pernoctación en la Embajada Española. Se olvida que la Embajada, además de sede de España en el país sudamericano es la casa del Embajador, su domicilio, y nadie puede impedirle invitar a su residencia oficial a quien tenga por conveniente, sea su superior jerárquico, un amigo, o un pariente. Estéticamente no pasa la prueba, pero no hay ninguna ilegalidad.
Qué decir del acuerdo entre el PSOE y Podemos de Castilla la Mancha, una de cuyas derivaciones es permitir que los funcionarios que sean designados a dedo para ocupar un alto cargo, consoliden el máximo nivel de la carrera administrativa, que se nos quiere mostrar como algo normal cuando supone un privilegio inadmisible, una vergüenza administrativa.
Algo similar ocurrirá con el atentado terrorista de Barcelona. La demagogia encubrirá la responsabilidad de los dirigentes políticos por no haber instalado barreras anti atropellos en Las Ramblas cuando figuraba como uno de los enclaves amenazados.
Volviendo a los clásicos, Platón proclamaba que es necesario expulsar los demonios de la mentira y Aristóteles matizaba que la única verdad es la realidad.
Claros mensajes para quienes manipulan y engañan al pueblo.