En un artículo publicado por el periódico The New York Times, se afirma que cada vez más la administración Obama está convencida que el presidente Bashar Al-Assad no podrá permanecer en el poder y el gobierno norteamericano ha comenzado a hacer planes sobre su política para la región después de que su régimen sea depuesto. Mientras que otros países han retirado a sus embajadores de Damasco, funcionarios del gobierno norteamericano señalan que están dejando en el lugar al embajador de Estados Unidos, Robert Ford, a pesar de los riesgos de mantener contactos con líderes de la oposición y los líderes de sectas en el país y religiosos grupos.
Funcionarios del Departamento de Estado también han presionado a los líderes de la oposición siria a unirse para derrocar al gobierno de Al-Assad y construir un nuevo gobierno. La administración de Obama está decidida a evitar una repetición de los errores posteriores a la caída del régimen de Saddam Hussein y de allí que se trabaje más en el fortalecimiento de la oposición y en la planificación del escenario posterior.
En coordinación con Turquía, EE.UU. ha estado explorando cómo hacer frente a la posibilidad de una guerra civil entre alawitas, drusos, cristianos y sunitas ya que un conflicto allí puede rápidamente se puede encender otras tensiones en una región ya inestable de por sí. Aparte de Irán, Siria tiene pocos aliados ya que China mantiene lazos comerciales con Damasco, pero su desarrollo económico depende más de su relación con EE.UU. y la UE que con Siria.
Tras una reunión con el presidente de EE.UU, Barack Obama, el Primer Ministro turco, Recep Tayyip Erdogan expresó una serie de conclusiones comunes, como la determinación para combatir a los terroristas del partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y la coordinación de las sanciones contra Siria con EE.UU. Erdogan reiteró que había terminado sus contactos con el gobierno de Siria –hecho que lamentó- pero ello fue forzado por el propio gobierno sirio; por otro lado Erdogan dijo que Turquía está preparando sanciones para Siria y que los preparativos se coordinarán con EE.UU.
Vali Nasr, un ex funcionario del gobierno de Obama en el Departamento de Estado señaló que los sunitas están cada vez más armados y la situación se está polarizando; mientras que Irán y Hezbollah están apoyando al régimen esa conciencia está alimentando el deseo de hacer planes para una era pos-Al-Assad. Al mismo tiempo, la administración no quiere parecer como si los Estados Unidos está tratando forzar el resultado en Siria, por temor a que la imagen de la intervención de Estados Unidos pudiese dañar a la oposición siria, los funcionarios del gobierno dicen que no quieren darle al gobierno iraní una excusa para intervenir
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