La situación en Reino Unido está convulsionada en la actualidad. Las elecciones dejaron un resultado que ha complicado la configuración de un nuevo Gobierno dirigido por Theresa May, que va a tener que enfrentarse a su mayor reto político en los próximos meses ante los representantes de la Unión Europea y de los Estados miembros de la organización internacional, que parecen tener objetivos muy bien marcados.
Theresa May convocó elecciones con la intención de conseguir reforzar o mantener su posición política como primera ministra británica, de manera que no viera reducidos sus apoyos ante la Unión Europea. Sin embargo, ha salido más perjudicada que beneficiada por la ejecución de su maquiavélica estrategia, que ha impuesto la obligación de desarrollar negociaciones entre su partido y el de los unionistas de Irlanda del Norte en Reino Unido que, probablemente, implicarán una rebaja de su fuerza para lograr unas condiciones más favorables para su país en el Brexit.
Ahora, muchos son los que dudan de la capacidad de liderazgo de una mujer que pudo postularse para convertirse en una dama de hierro. Jeremy Corbyn, lógicamente por la estrategia políticas correspondiente, ha pedido la dimisión de Theresa May y ha señalado que, aunque su rival forme el Gobierno, terminará habiendo elecciones a finales de este año. Además, aunque Theresa May tiene defensores en su formación, hay miembros del propio partido conservador que ya han pedido que se aparte del poder y que deje sitio a otro que pueda ocupar su lugar de una manera más eficiente.
El toque de la ciudadanía a Theresa May ha sido fuerte y podría perjudicar tanto a la dirigente como a los habitantes de Reino Unido, pues el nuevo Gobierno va a carecer de la fuerza que tenía hace solo escasas semanas. Con una legitimación cuestionada y cuestionable, la Unión Europea lo tendrá fácil para apretar las tuercas de la dirigente británica y para que los ciudadanos británicos termine peor de lo que les debería corresponder.
La política británica, como ya quiso destacar Winston Churchill en varias ocasiones, es dura. Sin embargo, es más dura en los tiempos actuales, en los que Reino Unido se juega su futuro teniendo grandes divisiones en distintos planos ideológicos y económicos que pueden incrementar su debilidad.