Ramadán

Dice una Sura del Corán:

“Las personas desde Adán hasta hoy en día son iguales a los dientes de un peine; no hay superioridad para el árabe sobre el no árabe, ni para el rojo sobre el negro, sino en conciencia de Alá”.

El  buen  amigo con quien hablamos el pasado sábado en Rabat, - comienzo del Ramadán -   en un café de la Avenida Mohammed V, pudo haber sido cristiano copto allá en las planicies de Eritrea, no obstante a cuenta de irracionales guerras nómadas, la hambruna y mucho más la sed, terminó convertido   en un  fiel seguidor del Profeta Mahoma.

 Nos solemos ver con frecuencia siempre que acudo a la capital del reino de Marruecos, y aún así  ignoro de qué subsiste. Siempre lleva entre las manos una roída agenda garabateada con nombres y fechas, escrita en un complicado alfabeto árabe. Ese dietario es su mundo secreto. Ni en uno solo  de nuestros encuentros, lo hallé sin ese breviario.

- “Salud, cristiano”, dice Abban. – nombres más fáciles de pronunciar que el suyo verdadero: Ibn Al Jalili -.

- “Alá te bendiga, medio hermano”, le  respondo.

- No hay incertidumbre, comenta, el Islam sigue siendo la gran religión, mientras la tuya es meramente nominal.

- Atiende, le digo: el Corán, más que la Biblia, está inclinado al determinismo: Dios decide y el hombre acepta. Además el Islam significa sumisión. Los musulmanes en su gran mayoría miran el mundo con recóndito odio. Acusan a Occidente de cada uno de sus males, y ahí se hallan las raíces de ese terrorismo   creciente.

Abban pone perfil de asombro: “¡Eso es quimérico!”

- Calma. En el Corán comer el fruto del bien y del mal fue sólo infringir una ley. Dios castigó a Adán y todo terminó allí. No hay ningún pecado original y ninguna adquisición del poder de distinguir lo bueno de lo malo, aunque muchos dirán que esto es libre albedrío.

- Debo decirte cristiano viejo, que de este último concepto proviene la idea de la responsabilidad individual.

-Te conozco y ya sé por dónde vienes; ahora vas a  decirme que los católicos somos acérrimos intolerantes. Mira: para llegar a  la democracia el Islam necesita una especie de  Reforma, un Martín Lutero. ¿Piensas que puede hacerlo con ese atajo de violentos fanáticos surgidos en el yihadismo del Estado Islámico y lo que aún queda de Al Qaeda?  

- Occidente – fundamenta -,  más aún después de los atentados perpetrados en Europa, el más reciente sucedido en  Mánchester, guarda en sus retinas una imagen distorsionada que no se ajusta a la realidad. Por supuesto que hay determinadas sectas  que se pueden acercar a esos calificativos, pero en ningún caso podemos generalizar. Millones de musulmanes rechazamos el terrorismo y nos duele la sangre derramada de inocentes.

Y recalca con énfasis: “Los fundamentalistas  lo que desean es volver a las antiguas fuentes de la fe, cuando ésta era clara, directa y basada en la tradición. Depurar las escorias y deformaciones resultantes de siglos de pobreza, atraso económico y  dominación extranjera.

 Yo sigo aguijoneando: En el libro “Por qué no soy musulmán”: “Alá impuso a todos los musulmanes el deber de combatir a los no creyentes hasta que la ley humana acabe reemplazada por la ley de El Corán”

- Si a libros vamos te recuerdo “Historia criminal del cristianismo”, escrita en diez tomos por el alemán  Karlheeinz Deschner. Esas páginas saben a destrucción. En ella vuestros pontífices parecen guerreros perturbados y no hombres de Dios.

- Ignoro a donde deseas llegar.

- No concierne, cada suceso cambia vertiginosamente en cada época. Otra tarde, si el tiempo tercia, seguimos hablando.

Deseo preguntarle sobre el brutal atentado contra niños y jóvenes en el Mánchester Arena. No lo hago: comenzó el Ramadán y es más humano que imploremos juntos al Creador de los cielos con las propias palabras de nuestra fe individual.

El té marroquí con hojas de menta  nos envuelve  en un silencio contemplativo.



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