Admitiendo que la revolución tecnológica es imparable, la primera consecuencia, como ya está ocurriendo también en España, supondrá un cambio transcendental y paulatino en el sistema de las relaciones laborales debido a la aparición de la llamada “economía colaborativa”, denominación no muy afortunada pero entendible. El primer matiz diferenciador consiste en que los vínculos entre empleador y empleado quedan muy difuminados. De todos es conocido que el sector servicios supone la mayor parte de la actividad en detrimento de la industria, cuyas grandes empresas, por efecto de la robótica, están rediciendo puestos de trabajo.
Lo que define realmente la cita economía colaborativa, está basado esencialmente en que bienes y servicios son suministrados por personas, debido a la desintermediación que supone Internet a través de una plataforma en lugar de compañías. Cuando nos hospedamos en un hotel, es la empresa quien provee el alojamiento, pero si la gestión se tramita a por medio de la E.C., la plataforma notifica la demanda, pero el servicio lo proporciona un particular que además marca el precio notablemente más económico, preocupándose y ocupándose de que el cliente quede lo más satisfecho posible, lo que se define como “lógica motivación por sus propios intereses”. En estos casos, las relaciones laborales son prácticamente inexistentes, dándose el caso que patrón y trabajador son la misma persona. Circunstancia que descoloca y evita la intervención de los llamados sindicatos de clase.
Similar situación está sucediendo en el sector del transporte de viajeros. Aplicaciones como Cabify a Uber , contactan con conductores que prestan sus servicios a los pasajeros que los demandan, nada que ver con la encorsetada regulación del taxi, colectivo fuertemente sindicalizado, que obviamente trata de defender sus derechos adquiridos, pero con precios totalmente fuera de mercado comparativamente con las mencionadas aplicaciones implantadas en otras partes del mundo. El taxi, tal como funciona actualmente está condenado a desaparecer o evolucionar radicalmente a posturas y precios más asequibles.
Los comentados ejemplos son una clara demostración de la prácticamente nula participación sindical en el ámbito de los trabajadores autónomos, que actualmente está afectando a muchos más sectores de actividad. Las organizaciones sindicales ya no ofrecen respuestas adecuadas, de ahí la decadencia del sindicalismo tradicional en todos los países de la U.E. ¿Alguien se explica y justifica en nuestros días la existencia de los llamados "liberados sindicales" cuyo sueldo pagan las empresas en las que están dados de alta?
Los sindicatos han perdido eficacia y protagonismo siendo incapaces de proporcionar respuestas adecuadas para ciertas actividades como el trabajo free lance, la robotización, pluricontratación, desintermediación laboral, etc. limitarse a salir a la calle para reclamar la derogación de la “reforma laboral”, ha quedado obsoleto, algo que todavía siguen utilizando ciertos partidos de izquierda como el PSOE o Podemos. Cuando lo suyo sería generar propuestas realizables e ilusionantes para los españoles, malgastando su tiempo en descalificar e insultar al contrario, absurda actitud que nada crea y menos soluciona.
En un futuro no muy lejano serán muchos los trabajadores que obtendrán ingresos de su propia actividad directamente y no como empleados por cuenta ajena. Igualmente existirán multitud e plataformas que actuaran como proveedores de bienes y servicios. En línea similar también creceran las relaciones comerciales de persona a persona, lo que implicará la modificación del contrato social, La sociedad evoluciona y para adaptarnos habrá que arbitrar las medidas necesarias y lo más justas posibles. La economía colaborativa es mas barata, más personalizada y de mayor calidad a nivel humano....¡¡Tiempo al tiempo!!