En nombre del Gobierno regional doy la más cordial bienvenida al Principado de Asturias a todos los participantes en el 87 Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología, una de las de más solera dentro de las sociedades médicas españolas y europeas. Para todos los asturianos es un motivo de orgullo recibir por tercera vez, después de las ediciones de 1961 en Gijón y de 1987 en Oviedo, la celebración de este gran acontecimiento científico que reúne a prestigiosos especialistas de la oftalmología en España y en el mundo.
La aspiración humana a la felicidad, esa utopía a la que cuando menos tenemos derecho, adquiere un mejor sentido cuando se formula como una meta colectiva, como el intento de un logro que sea compartido por todos los ciudadanos. Y esa aspiración se suele matizar con expresiones que tienen relación con la facultad de la vista: “ver las cosas con buenos ojos”, “tener unos puntos de vista acertados”, “aceptar que la realidad es del color del cristal con que se mira”, “no dejar que los árboles nos impidan ver el bosque”, “cuatro ojos ven más que dos” o “tener vista de lince”. Algunas zonas urbanas de España, como ésta en la que nos encontramos, llevan el nombre de “Buenavista”. Algo casual, curioso, y que en este caso, por ser aquí, en Oviedo, en Buenavista, la sede del Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología, es una feliz coincidencia.
Asturias es país de larga historia y hondas tradiciones; es una tierra rica por su singular patrimonio cultural; y forma un pueblo abierto al mundo y al progreso que conserva y cultiva un inconfundible sentimiento telúrico, especialmente visible entre sus paisanos esparcidos por todo el mundo. Méjico, Cuba, Argentina y tantos otros países de América y de Europa son testigos del magnetismo de este pueblo que mantiene vivos los vínculos espirituales del país con sus hijos más lejanos. Las poderosas energías del mar Cantábrico y las barreras calizas de los Picos de Europa nos comprimen de tal forma que nuestro territorio ha ido plegándose a lo largo de los milenios en un sinfín de valles. Asturias es el país de los valles. Ortega y Gasset, el gran pensador español, señalaba que “cada uno de estos valles es toda Asturias y Asturias es la suma de todos esos valles”. Pero ellos, nuestros límites, también son nuestras grandes plataformas para esparcirnos. Así, el mar Cantábrico es nuestra salida natural, unas veces para buscar ayuda en Gran Bretaña frente al invasor napoleónico y otras para poner rumbo a América en busca de nuevos horizontes de fortuna. Así, las cumbres majestuosas de los Picos de Europa, donde saltan los rebecos y anidan las águilas, dificultan el tránsito pero nos enseñan permanentemente que siempre es posible volar más alto.
El rasgo principal del carácter de los asturianos es el orgulloso ensimismamiento con el que nos hemos resignado a la ancestral incomunicación del país. He aquí la importancia vital de cuantas iniciativas contribuyan a corregir ese secular defecto que atenaza al Principado. Una de ellas, la más excepcional, los premios que llevan el nombre del heredero de la Corona, el Príncipe de Asturias. Otra, este Congreso que atrae a Asturias a los más prestigiosos expertos en la ciencia de la Oftalmología para tratar del progreso en una de las especialidades más emblemáticas de los extraordinarios beneficios que ofrece el esfuerzo por investigar en el campo de la medicina moderna.
Asturias es un país que se siente muy orgulloso de sus grandes investigadores en el campo de la medicina, como fueron el Premio Nobel, Severo Ochoa, o el profesor Francisco Grande Covián. Si el palmarés internacional de España se honra con ilustres figuras de la oftalmología como los Drs. Castroviejo, Arruga o Barraquer, también como asturiano me siento muy orgulloso de nuestra excepcional tradición oftalmológica, con especialistas de gran capacidad innovadora y compromiso social, iniciadores de nuevos caminos en la praxis ocular, como lo es la saga de los Drs. Fernández-Vega, que tiene una destacada continuación en el Dr. Luís Fernández-Vega Sanz, impulsor de la creación de un instituto oftalmológico en Asturias, ideado por su padre Luis y su tío Álvaro, a quien felicito como Presidente del Comité Organizador de éste Congreso y le agradezco sus esfuerzos por hacer de Asturias una vez más su sede.
Subrayar que éste Congreso celebra su edición número 87 supone un testimonio irrefutable de la idea de la antigüedad de la Sociedad Española de Oftalmología. El desarrollo de las nuevas tecnologías en la ciencia de la oftalmología ofrece un ejemplo -permítanme la expresión- cristalino de un campo guiado por la innovación permanente en medios y dispositivos, que influyen decididamente en el diagnóstico y en los tratamientos médicos y quirúrgicos posteriores, y que acredita un espectacular avance científico. Tradicionalmente, las ponencias y los temas que se han venido debatiendo en los Congresos celebrados por la Sociedad Española de Oftalmología, mantienen un altísimo nivel académico y profesional de intercambio, al nivel de los mejores Congresos del sector en el ámbito internacional. Estoy seguro de que éste no será una excepción,
Y, desde Oviedo, desde Asturias, desde este rincón del incierto y atribulado Primer Mundo, reitero como Presidente del Principado nuestra apuesta solidaria por un planeta cuyos habitantes, en su totalidad, tengan acceso a los bienes que se derivan de la ciencia, como el bienestar físico y psíquico, como la salud en su consideración de bien integral y en el que la Oftalmología tiene un papel muy relevante. Es una actitud moral que sin duda está presente en el ideario de todos ustedes, y a la que les aliento desde este territorio considerado por Salvador de Madariaga como el más universal de los reinos de España.
Estoy convencido de que la presencia de todos Vds. en Asturias y los trabajos que están desarrollando estos días contribuirán a impulsar el desarrollo de la Oftalmología, con la mirada puesta en un mundo mejor para todos sus habitantes. Les agradezco muy sinceramente su presencia en Asturias para asistir a este Congreso, y estén seguros de que Asturias les recibe con la mejor mirada y con los brazos abiertos.
*Presidente del Principado de Asturias
8 comentarios
# gijonesa Responder
22/04/2013 19:50Lo intento. Aunque primero he de trabajar en dominar "la impulsividad". Un saludo.
# Laquesuscribe Responder
24/04/2013 13:07En primer lugar, ¿sabemos ponerle nombre a cada una de nuestras emociones para tenerlas perfectamente identificadas?
# Marián Responder
26/04/2013 08:34Normalmente nuestras emociones suelen estar entremezcladas y a veces son contrapuestas, lo que parece una incongruencia pero no lo es, podemos sentir mucho cariño por alguien pero al mismo tiempo sabemos que nos hace daño, emociones contrapuestas dificile
# José Ángel Caperán Responder
26/04/2013 13:10Gracias Gijonesa, Laquesuscribe y Marián! Me alegro de volver a leeros! Efectivamente sólo saber poner nombre a las emociones negativas. Pero jamás sentimos una única emoción y jamás, aunque nos cueste creerlo, sentimos sólo emociones negativas ante algo.
# Maluni Responder
27/04/2013 16:49¿Qué malo con las preguntas que nos haces? Si consiguiesemos mantener intactos nuestros sentimientos puros no seríamos seres humanos. Una de las mayores cualidades del ser humano es la diversidad de emociones y sensaciones. Me encantaría ser esencia...
# José Ángel Caperán Responder
28/04/2013 21:03Gracias Maluni, y una cualidad del ser humano es elegir siempre la emoción negativa. Bueno, más bien es como nos han educado: para vivir retenidos, prudentes y masoquistas. Vamos a re-educarnos, la vida no cambia, sólo podemos cambiar nosotros.
# estrella Responder
02/05/2013 07:31Creo que con los años me resulta más fácil hacer el esfuerzo de focalizar mi camino hacia la positividad , el amor, la ternura, la dulzura, aunque se atraviesen en ocasiones sentimientos negativos. En cambio, si recuerdo , mi juventud como más amarga.
# estrella Responder
02/05/2013 07:33En consecuencia, mi CONSEJO:eduquemos y enseñemos en la POSITIVIDAD.