Hoy, leyendo algunas noticias publicadas en la prensa regional, me entró un cabreo de los que hacen época y que, como me conozco, incluso puede afectar gravemente a mi deteriorada tensión alterna. Hay asuntos que -por trascendentales para la buena marcha social y el mantenimiento del estado de bienestar- cuando se conocen y salen a la luz pública logran poner a uno los pelos de punta.
Siempre pensé que quienes intentaban desligitimar la importancia que la Cruz de la Victoria había tenido en la batalla de Covadonga para que Pelayo ahuyentase a la morisma que pretendía -adelantandose en el tiempo- instalar un negocio de casas rurales en nuestro paraíso natural, eran los rojos de turno y los anticapitalistas, cenizos de los que hay en todas las épocas.
Hace un tiempo alguien se atrevió a decir que la dichosa Cruz no databa de la época de Pelayo sino del siglo XVI, increíble. Pues ahora, una tal Raquel Alonso, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, nos sorprende asegurando -en un artículo publicado en una revista que se llama "Journal Medieval Iberian Studios- que la Cruz de la Victoria tiene sus antecedentes en el siglo XII (así está la universidad).
Me temo que insinuaciones maliciosas como esta de Raquel Alonso solo contribuyen a dividir a la sociedad y a reabrir viejas heridas. Ni siglo XVI ni siglo XII, la única verdad es la admitida por la iglesia católica. Si la estatua situada al lado de la Basílica de Covadonga representa a Pelayo con la Cruz de la Victoria es que la Cruz ya estuvo en la batalla de Covadonga. Lo demás es pretender alterar el orden y liar la madeja.
La otra de las noticias impactantes de hoy se refiere a la gran operación realizada por el servicio de vigilancia de Hunosa cuyos técnicos y rastreadores lograron poner en manos del instituto armado de la Guardia Civil, a través del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona), a un peligroso minero que pretendía mediante un "chamizu" robar descaradamente carbón de una de las capas de "San Víctor", explotación cerrada como casi todas las de Hunosa.
Al peligroso minero -que no admitió los hechos, pero al que sorprendieron con las manos en la masa- se le incautaron varios y escogidos utensilios que disponía para realizar sus fechorias, como son un generador eléctrico, un martillo perforador y madera para "postiar" (¡casi nada!).
Hay ciudadanos que pretenden saltarse las mínimas normas sociales y creen que el carbón de "San Víctor", como el monte, es todo orégano.
Hay que ser mal bicho -cuando Hunosa está tan sensibilizada con el caso Villa, tan sensibilizada con el patrimonio industrial desaparecido de sus explotaciones cerradas, con las toneladas de hierro, cobre y chatarra esfumadas a plena luz- para intentar burlar el servicio técnico de vigilancia de la hullera estatal (algo así como la policía montada Nalón/Caudal) y pretender evaporar mediante un "chamizu" las escasas reservas estratégicas de carbón.