La humanidad está acercándose rápidamente a puntos de no retorno en los que la habitabilidad de la Tierra resultará irreversiblemente dañada.
Los gobernantes se hallan atareados en reparar como pueden los desperfectos de las frágiles y vulnerables estructuras de poder que han sustituido a las Naciones Unidas, gran diseño multilateral democrático, por ineficaces grupos plutocráticos (G8, G9, G,10).
Y los referentes y brújulas que representaban los valores éticos han sido sustituidos por los bursátiles, y la cooperación por la explotación. La insolidaridad es absoluta.
La gente, que ahora ya puede expresarse, que ahora ya conoce los retos a escala mundial, se halla sometida a colosales maniobras de acoso por parte del omnímodo y omnipresente poder mediático, que la reducen a la condición de espectador impasible, obcecado, irritado…
¿Quién puede, quién debe hacer sonar las campanas a rebato antes de que tañan, ya sin remedio? ¡La comunidad científica, académica, artística, intelectual en suma! Son ellos los que no pueden permanecer ocupados, distraídos, en-si-misma-dos mientras el tiempo pasa y la humanidad se acerca al abismo.
Quienes debieran estar en la vanguardia de las movilizaciones y clamores populares para llevar a cabo las transformaciones que se requieren con apremio permanecen en sus torres de marfil atareados, burocratizados…
Ha llegado el momento de reaccionar, de saltar a la calle y al ciberespacio… porque “Mañana puede ser tarde”…