El Sr. Albert Rivera pasó el pasado fin de semana por su enésima metamorfosis ideológica. Muda de socialdemócrata a “liberal progresista”, que es como cuando haces una quiniela de futbol y apuestas a todo, o como cuando preguntan al señor Rajoy si sube o baja y responde: “depende”.

Lo bueno de definirte “liberal progresista” es que tácitamente admites que, en esta vida, también se puede ser “liberal conservador”. Hay gente para todo. ¿Y quienes son los liberal-conservadores? Justo los que Mariano Rajoy expulsó del PP en el Congreso de Valencia de 2008. Si eres uno de ellos, has elegido una mala semana para reengancharte a la política. PP y Podemos no son tu sitio, eso ya lo sabías. Ahora sabes, también, que tampoco se te espera en Ciudadanos.

El señor Rivera dijo que “los liberales de Cádiz han vuelto para gobernar España”. Ojalá que no. No solo porque está muy feo eso de invocar todo el rato a los muertos, y el señor Rivera empieza a parecerse a Whoopi Goldberg, de tanto contactar con Suárez, con Churchill, y ahora también con Argüelles y todas las Cortes de Cádiz, sino porque la Constitución de 1812 fue un fiasco, una empanada indigesta de curas, ilustrados y guerrilleros. Aquello lanzó la independencia de las Américas y trajo de vuelta a Fernando VII. Aquello era un tocho de tropecientos artículos que maridaba lo imposible: el catolicismo con la Revolución Francesa, el nacionalismo romántico con la escolástica de Salamanca, la monarquía con el republicano cívico. Aquello no podía salir bien, y salió fatal.

Quizá el señor Albert Rivera debería leer más El Español, el original de Blanco White, y menos El Español, la pálida copia de Pedro J. Ramirez.

No obstante no nos extrañemos si como dicen las encuestas, Ciudadanos sigua bajando, pasarán de ser socialdemócratas, ahora liberales-progresistas, quizás luego a  extrema izquierda como los Podemitas, o inventarán otra ideología con tal de poder pescar en río revuelto.

*Presidente de VOX Asturias