Ignoro quién recibirá este pequeño pliego enviado al Gobierno del Principado de Asturias. Seré breve.
Comienzo con un preámbulo: El plan de seguridad social en nuestra vida juvenil fue un desatino. No existía mi persona en el mundo laboral franquista de ese entonces. Durante los años trabajando como alevín de periodista – lo único a lo que me he dedicado plenamente - , solamente “La Voz de Avilés” cotizó mi esfuerzo. En las demás redacciones no cuadraba en el nacionalsindicalismo de esa época, aún teniendo apoyos admirables entre los compañeros que me apuntalaron para convertirme en la persona de valores que aún creo seguir siendo.
La misma tesitura sucedió con el “Diario Regional” de Valladolid y “Las Provincias” de Valencia.
Fue necesario que en 1975 envolviera los bártulos y me convirtiera en indiano en Venezuela. Allí – en ese tiempo - la ley profesional funcionaba y en cada uno los medios en que moví la máquina de de escribir: “El Sol de Margarita”, “Venezuela Gráfica”, “Ultimas Noticias”, diario “El Mundo” y la revista “Elite” – dos redacciones en la que llegué a ser director – se cotizó plenamente en el IVSS (Instituto Venezolano de los Seguros Sociales). Como anécdota diré que a razón de esos vericuetos y algunos otros, el Gobierno de España me condecoró con la Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil.
La situación política cambió de manera radical, y no para mejor, con la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez, cuyo gobierno nos terminó llevando de la ilusión al desengaño, obligándome el sectarismo imperante que comenzaba y la decadencia económica, a regresar al viejo lar: España. A ello ayudaba la justa pensión conseguida durante cuatro décadas.
La recibimos normalmente durante dos años y medio, desapareciendo a partir de diciembre de 2015 sin que hasta ahora se asome la posibilidad segura de su regreso.
En estas letras no solicito nada personalmente. Dispongo, usando al decir de Machado (Don Antonio) “del pan que me alimenta y el lecho en donde yazgo”. Sí deseo – y es de justicia - hacerlo en nombre de las docenas de asturianos que hoy aguantan con dureza su abandono y ahí se centra el imperativo ruego a nuestras autoridades:
¿No pudiera el Gobierno del Principado Asturias implicarse en la problemática, con otras comunidades españolas, a favor de esos hombres y mujeres que hoy no reciben la pensión de Venezuela, país al que dedicaron una vida con ahínco y que los Derechos Humanos Universales la definen como un sagrado derecho?