Días atrás tuve la oportunidad de pasera por este paraíso natural que es Asturias. Primero, por la zona costera del Bajo Nalón y luego por la zona alta de Lena en torno a la inigualable capilla de Santa Cristina.
Lo cierto es que los asturianos debemos sentirnos orgullosos de nuestra tierra. Siempre que voy a San Esteban de Pravia o a San Juan de la Arena me encanta ver la desembocadura del Nalón. Es verdad que ésta es una época en la que los turistas brillan por su ausencia y las calles están vacías pero sirve el ambiente, la verdad, para respirar a fondo una Asturias distinta a la industrial pese a que en San Esteban de Pravia aún quedan vestigios de su pasado como puerto carbonero que fue.
San Juan de la Arena, en donde al final de temporada, ahora, ya se puede comer angula a menos de 50 euros, ha mejorado mucho su aspecto urbano. Incluso en estos momentos su orilla está afectada por las obras de remodelación del muro. Siempre lamenté a lo largo de mi dilatada vida de periodista que no se hubiera construido el puente que aunque fuera solo peatonalmente uniera las dos orillas, a la de San Esteban con la de San Juan. Es un proyecto que duerme el sueño de lo olvidos en algún cajón de la administración y que se desinfló a raíz de la dimisión de Juan Luis Rodríguez Vigil como presidente del Principado, él que tenía entre ceja y ceja metido el proyecto del lanzamiento turístico del Bajo Nalón diseñado por del gran arquitecto José María Pérez "Peridis" pero que como tantas otras cosas en esta región no pudo llevarse a cabo por falta de recursos y decisión política. Siempre que voy por San Juan de la Arena me acuerdo de Emeterio Alvarez Valdés, un veterano lobo de mar, capitán de la Marina Mercante, que ganó batallas a más de una galerna en el Cabo de Hornos y que luego fue presidente de la Cofradía de Pescadores. Le hice feliz al buen hombre publicándole en "La Voz de Asturias" unos cuentos con historias marineras de su cosecha que eran una delicia.
Y de la mar a la montaña. Una excelente jornada en el entorno de Santa Cristina de Lena con parada a probar uno de los mejores potes de Asturias en el bar "El Caleyón" en el pueblo de Palacio de Felgueres, todo un encanto rural en el que como ocurre en otros muchos pueblos la mayoría de las casas han sido recuperadas por sus habitantes utilizando madera, piedra y colores vivos. Me cuentan que el concejo de Lena, la puerta de Asturias con Castilla, tiene más vacas que habitantes. 18.000 reses por 12.000 habitantes más 2.000 caballos. Se ha desarrollado mucho el turismo rural por todo el valle del Huerna y también la recuperación de fincas. Tengo un amigo, Jesús García de la Escosura, que es un vivo ejemplo del carácter emprendedor y universal del asturiano. Durante años profesionalmente ha sido uno de los principales prácticos del puerto y la ría de Vigo y ahora que se le acerca la prejubilación ha instalado una granja de cría y venta de corderos xaldos, exquisita carne que no suelta nada de grasa, además de asturiana de los valle, "Terrones" se llama, que sirve ya a un montón de restaurantes tan dados a servir al visitante los mejores corderos del mundo mundial. Desde el Palacio de Felgueres Santa Cristina de Lena queda a tiro de piedra y además solo se puede acceder a esta joya arquitectónica caminando, como debe de ser; no como pasa con Santa María del Naranco o San Miguel de Lillo cuya conservación y cuidado continúa siendo una vergenza.
Pola de Lena,la capital, ha crecido mucho, concentra 8.000 de los 12.000 habitantes del concejo, y más que lo hará cuando el AVE pare en ella. A mi buen amigo criador del cordero xaldo le regalo el libro que en su día un vecino lustre de la zona, Gaudencio Tomillo, escribió sobre el concejo, magníficamente editado por Celso Díaz de "Azucel" que es una pena que se haya jubilado como librero. Una vez dí el pregón de las fiestas y Rebustiello, el mítico corresponsal que durante años tuvo "La Nueva España", me sacó en los papeles. Su padre, a quien también conocí, fue otro personaje irrepetible, Miguel G. López, corresponsal de "La Voz de Asturias" y uno de los mejores quiosqueros que hubo en Asturias. Su nieto "Rebus" también ha seguido los pasos familiares con brillantez y máximo asturianismo en sus venas.
En fin, conviene hacer estas excursiones por nuestra querida Asturias y no estar siempre mirándonos el ombligo en la calle de Uría. Además el aire está mucho menos contaminado.