Me despierto con una mala noticia, el fallecimiento de mi buen amigo Armando Alvarez, el sastre con buen sabor ovetense, figura representativa en los últimos 50 aos de nuestra Vetusta tradicional, clásica, pero a la vez emprendedora.
De siempre mantuve una afectiva relación con Armando Alvarez. Junto con su hermano regentó durante aos hasta su jubilación una prestigiosa boutique de caballero en los bajos del popular edificio de La Jirafa en la calle Pelayo. Pero como persona inquieta que era pronto se convirtió en uno de los factótums del hockey sobre patines como presidente del equipo de La Cibeles que fue hasta elevar este deporte en Oviedo a sus máximas cotas.
Recuerdo que en 1980 acudí como periodista deportivo que soy a cubrir un partido que el Cibeles con Armando Alvarez a la cabeza jugó para la copa europea en Pordedone (Italia). Como digo, hizo mucho por este deporte junto con el padre Valdés y que lamentablemente con el paso de los aos y el envejecimiento de los protagonistas fue desinflándose aunque sigue presente en la actualidad deportiva asturiana.
Armando Alvarez era una persona encantadora y culta. Luego de la etapa deportiva le traté en la Cofradía de los Quesos del Principado de Asturias a la que pertenecí unos aos pese a lamentablemente ser alérgico a tan rico manjar. Armando se convirtió en uno de los mejores conocedores de los quesos asturianos y del mundo mundial como lo era también de las setas. Pocas personas en nuestra región habrán llegado al grado de conocimiento que de nuestro mundo micológico tuvo Armando.
Con una curiosidad ciudadana enorme pudo viajar por el mundo entero como consecuencia de que su esposa María Luisa Llaneza era azafata de vuelos internacionales de Iberia. Su conocimiento de las culturas de medio mundo creo que le influyó positivamente en el descubrimiento y valoración de la gastronomía. Ultimamente, antes de que sus achaques fundamentalmente debidos a la edad, le postrasen en casa, coincidíamos en las reuniones en el hotel Cristina de Norea que cada mes convoca el bueno de Gustavo González-Izquierdo. Era un gran tertuliano y le vamos a echar de menos.
Vecino de los Olivares creo que Armando Alvarez se merece un reconocimiento público a modo de homenaje por la familia deportiva asturiana así como por la sociedad lúdica, como promotor que fue de la internalización de los típicos productos gastronómicos asturianos a través de su permanente presencia en los certámenes que cofradías de otros países organizan a lo largo del ao. Armando Alvarez era, en definitiva, un ciudadano de Oviedo irrepetible, perteneciente por edad a una generación anterior pero que nunca perdió comba con la modernidad ni con la juventud de las actuales. Su muerte me llena de tristeza pero la vida es así. Siempre le tendremos en el recuerdo. Descanse en paz y que el mejor de los Cabrales le acompae en el viaje eterno.