Pocas personas habrán podido evitar emocionarse con el anuncio de la lotería de Navidad. A su carga habitual de emotividad estructurada en torno a la idea de compartir suma en esta ocasión el lujo paisajístico y ambiental de haber sido rodado en Asturias en el impresionante marco de Lastres y Tazones, fundamentalmente, y con actores y extras asturianos en su mayor parte. Veo reflejado en al anuncio el carácter del pueblo asturiano, sus valores, su sentido de la solidaridad, de la entrega, de la participación, su idiosincrasia y su personalidad.
Todas esas emociones y todos esos sentimientos son los que experimento cada vez que tengo el honor y la dicha de visitar una parroquia rural. El contacto con sus gentes, cuya labor es vital para el mantenimiento de nuestros bosques y de nuestros pastos, de nuestras costumbres y de nuestras tradiciones, la colaboración con sus gestores, que realizan una labor excepcional en la búsqueda permanente del interés público vecinal, del bien común, sin percibir compensación alguna a cambio que no sea la que provenga de la satisfacción personal y de la tranquilidad de conciencia, y que tienen bien clara la diferencia entre ser un cargo público y una carga pública, hacen de estas instituciones un anuncio permanente de la lotería de Navidad.
Estas entidades que forman parte de la estructura territorial de Asturias juntamente con los Concejos, las Comarcas y las Áreas Metropolitanas (las dos últimas aún sin desarrollar), aparecen definidas en nuestro Estatuto de Autonomía como «la forma tradicional de convivencia y asentamiento de la población asturiana». Son núcleos de población con personalidad jurídica propia diferenciados dentro del territorio del Concejo en el que se enclavan, que poseen un patrimonio propio, sean montes, pastos, cotos de caza o agua, cuyos rendimientos son invertidos en el propio territorio de la parroquia. Son garantes de muchas de las figuras del Derecho Consuetudinario Asturiano, principalmente la casería, la sociedad familiar, la antojana, la sextaferia, la prinda, la facería, los hórreos, las paneras, el testamento mancomunado, la viudedad universal, la andecha y la poznera, y toman muchas de sus decisiones en concejo abierto (solo en las de menos de cien habitantes), manifestación más primitiva de la democracia directa. Su origen está vinculado al cristianismo (de ahí el nombre de parroquia), por más que con el paso del tiempo se haya difuminado esta mixtura, prevaleciendo en la actualidad el carácter administrativo y sociológico sobre el eclesiástico.
Han sido objeto de un ataque frontal materializado por la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local de 2013, que configura las instituciones que se puedan constituir en el futuro como órganos desconcentrados del municipio sin el carácter de entidades locales y sin personalidad jurídica propia, a la vez que amenaza con causa de disolución a las existentes que no presenten sus cuentas, que deberán estar equilibradas.
La referida ley fue objeto de recurso de inconstitucionalidad formulado, entre otros sujetos, por el Principado de Asturias y, lamentablemente, fue desestimado al considerar el Tribunal Constitucional, en sentencia de 6 de octubre pasado, que corresponde al Estado la competencia para dictar la legislación básica en materia de régimen local y que una contradicción sobrevenida con el Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias debe ser resuelta a favor del Estado.
A resultas de la sentencia, el número de parroquias rurales -treinta y nueve en la actualidad- permanecerá inamovible, cercenando la posibilidad de que nuevos núcleos de población poseedores de montes vecinales en mano común puedan solicitar el reconocimiento como parroquias rurales, y habrá que estar muy atentos al tema de las cuentas y a su equilibrio para evitar potenciales disoluciones de las existentes.
El Principado de Asturias tiene la obligación estatutaria y la responsabilidad histórica de mimar a las parroquias rurales, de dotarlas de los medios económicos suficientes para garantizar su supervivencia. Son expresión viva de nuestro pasado y un puente hacia el futuro.
Las parroquias rurales son fruto de muchos siglos de historia; pueden destruirse en minutos.