Los originales americanos de las tribus "Sioux" están en pie de protesta en contra de un oleoducto que quieren pasar por terrenos de sus reservas en Dakota del Norte y que, con toda seguridad, acabará contaminando sus acuíferos subterráneos y las corrientes de sus ríos.
Los intereses de los "lobbies" petroleros arrasan y llevan por delante cualquier derecho histórico y legítimo de los auténticos americanos.
Mientras que los "Sioux" protestan, un rostro pálido, descendiente de la inmigración, va a ocupar la tienda principal del campamento de un país sin más principios que los derivados del aislamiento intelectual, el materialismo excluyente y el revolver al servicio de los intereses fronterizos.
El caso es que Donald Trump ya está siendo ejemplo y espejo -sin haber ocupado aún la tienda- de multitud de adoradores nocturnos del becerro a uno y otro lado del Atlántico.
La contaminación ética y moral del planeta ya no tiene retorno. Han ganado los rostros pálidos del mundo y han perdido los "Sioux".